miércoles, octubre 12, 2011

In Memoriam



Me viene a la memoria el primer recuerdo que tengo de ti, intercalándose con el último que la vida nos cedió.

Recuerdo tu pelo negro, liso, laceo, con el que mis manos pequeñas jugueteaban.. Ese colmillo colgado de tu cuello que yo quería morder y tú no me dejabas.

Te recuerdo sonriendo y enfadada. Tengo en la memoria mil fotos hechas de mimos y caricias. De gritos y tristeza. Tanto amor no podía ser malo. Tampoco fue bueno.

Crecimos las dos, crecimos y nos herimos mil veces y otras tantas nos abrazamos. No supimos entendernos tan a menudo, y sin embargo eras quien mejor me entendía, siempre adivinando lo que me pasaba con sólo un matiz de mi voz, con una mirada.

Tanto me querías y tanto te he querido que no sé donde guardar ahora los besos que ya no puedo darte, las palabras que no puedo decirte.

Tanto he callado y tanto te he dicho que he necesitado un tiempo infinito para poder escribirte y decirte cuanto te echo de menos, aún a sabiendas de que ya no puedes oírme.

Te he querido siempre, no porque fuera de ley ni por instinto, sólo porque ha sido inevitable, y seguiré añorándote y queriéndote cada día. Lo sé.

Hay momentos en que me duele como mil navajas acuchillándome. Hay otras veces, en cambio, que mi sonrisa crece hasta alcanzar el arco iris, hasta llegar a donde quiera que estés.

Soy como soy por tu culpa o gracias a ti. Me diste todo, lo mejor y lo peor,no pudiste dar más y aún así siempre encontraste la forma de estirarte como un chicle y llegar donde nadie llega.

Siempre estabas ahí donde nadie estaba. Ahora que no estás hay veces que no hay nadie y la soledad se vuelve más dura. Tú siempre estabas, siempre tuviste un abrazo, una caricia, la tirita para curar mis heridas.

Temo olvidar el perfume de tu cuerpo, los ojos negros, la voz dulce. Temo que la memoria se me quede pequeña para sostenerte en mi vida aunque el tiempo me aleje de ti.

Guardo tus manos en las mías, tus sabios consejos, tus bromas, el legado que me has dejado como el tesoro más preciado.

Leo despacito los últimos libros que compartimos porque temo que después ya no quede nada. Me pregunto que pasará en mayo cuando ya no podamos recorrer paso a paso el camino que juntas creamos. Cuando ya no me digas con tu pluma lo mucho que me amas, cuando ya no pueda escoger nuevas palabras para que tu las disfrutes.

Sé que no podré resistirme a hacer ese paseo, como una romería, en busca de nuestro santo grial. Sé que me dedicaré un libro y fingiré que eres tú qien lo dedica, que te buscaré un tesoro, aunque ya no puedas disfrutarlo.

Te echo de menos tanto tanto, tanto que a veces me duele y me enfado por no dejarme decirte cuanto te añoro. Hay veces que llamaría por teléfono aunque sólo fuera para oír la fría voz del contestador diciéndome que ya no estás.

Hoy te escribo, poquito a poco, porque no quiero despedirme porque sé que es la última cosa que me quedaba por hacer.

Aún me queda enfrentarme a tu ausencia, vaciar los armarios de tu presencia, recoger tus recuerdos, limpiar de ti los rincones de tu hogar. Aún me falta aceptar que ya no estarás en tu mecedora esperándome. Saber que ya no me dirás que llego tarde...

Echo de menos hasta tus regañinas y tus ganas de querer seguir educándome.

A veces me pregunto si fueron suficientes las mil veces que te dije te quiero o si debí decírtelo una vez más.

Te quiero... Mamá.




Besos y sed Felices