jueves, abril 03, 2008

Y qué le vamos a hacer


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Y qué le vamos a hacer, si la vida se empeña en parecer una noria, si en este giro de tuerca hemos vuelto a aquel momento donde la sonrisa parecía eterna.

Que le vamos a hacer si tú no me olvidas y yo no te convierto en ceniza, si nuestra historia no acabó y quedó suspendida, y ahora se nos revuelve el recuerdo, se nos desboca el sentimiento por volver a vernos.

Que le vamos a hacer, dime, si tus ojos se llenan de sonrisas, si mis labios regresan casi a ciegas, al hogar de tu boca. Si hasta parece que el hueco de tus brazos fue hecho para abrazarme, si no puedes dejar de besarme ni aun cuando intento frenarte.

Tengo mil preguntas sin respuesta, y esta extraña sensación, como si no hubieran pasado estos años, como si el reloj se hubiera parado durante este tiempo, esperando la réplica a tu ausencia, la razón de tu hégira que ahora comprendo menos todavía.

Me queda la duda y tu fantasma, que de a ratos se vuelve tan real que se me olvida que te desvaneciste de mi vida, que ya no he sabido amar, que hasta la sonrisa quedó estancada en aquel espacio en que fuimos felices.

Que le vamos a hacer, si la fuerza me flaquea y me rindo ante tu mirada, si te sometes a mis besos, y vuelve otra vez la incertidumbre ante tu imagen, tal vez real, tal vez otro rayo de luna en una noche estrellada.

Quizá esta vez decidas no esfumarte, ser real y afrontar lo que nos pasa, no lo sé, pero el miedo me atenaza, pues no quiero hipotecar mi alegría por el hueco en tu regazo, no quiero derrochar lo ganado por los besos perdidos en el tiempo. No puedes venir sin más a zarandear esta paz que tanto me ha costado conquistar, ahora que tu sombra no alcanzaba el brillo de mis ojos, no me puedes pedir que vuelva mi mirada hacia ti. No me pidas que te perdone el tiempo que no he podido vivir, que olvide la muerte de mi alma, el silencio rebelde de las mariposas que ya no revolotean para nadie. Cómo osas volver a robarme el recuerdo, venir de nuevo a calentar los pedazos de este amor congelado.

No me preguntes que es lo que quiero, ni me digas que tu amor era sincero. Porque tengo miedo de andar el único camino que nunca pude recorrer. Déjame, si no vas a saber transitar conmigo, que me quede en este desierto frío, esperando un sol que nunca brilla. O dame tu abrazo y llévame contigo, si acaso tienes el valor que antaño no asumiste, para afrontar todo el cariño que un día dejaste resbalar, como agua, entre tus dedos.

Besos y sed felices