sábado, septiembre 30, 2006

Insomnio

Malditos sueños que no me atrapais entre vuestras redes para dejarme por fin enredarme eternamente en vuestros engaños. Malditos seais que nunca venis cuando os convoco y siempre os vais antes de lo deseado. Malditos que no me dais la paz que anhelo, dejadme reinar en vuestro mundo y escapar de este maldito encierro.
Malditos seais sueños, por no poseerme eternamente en vuestro regazo, por no llevarme en vuestra barca, aunque al mismo Caronte el universo entero pagara, malditos seais por no salvarme de este infierno.
Malditos sueños que sólo os dejais ver fugaces, entre horas y sin concierto, escapando a mi mano cuando atraparos quiero, que salis huyendo por mi ventana, cuando os demando que os quedeis en mi cama, malditos, malditos por siempre seais.
Yo os maldigo sueños, a todos, por no rescatarme, por no venir esta noche y llevarme, por saber que mañana dejareis que vuelva a abrir los ojos mucho antes de lo que deseo, por no dejarme dormida por siempre, feliz, eterna, en silencio.
Malditos seais... Malditos

Besos y sed felices

miércoles, septiembre 27, 2006

Dulces sueños...



En el silencio de una noche estrellada y oculta tras la persiana de una habitación a oscuras, apenas iluminada con los rayos de luna que se cuelan ,apenas dejando adivinar entre sombras una estantería, el armario, un banquito con ropa...
Cierro los ojos y desaparece este mundo para mi, y al fondo de mis ojos veo los tuyos, mirándome desde el otro lado de mis sueños. Camino hacia ti, y el suelo se convierte en la arena fresca de una playa al alba, el sol saliendo de su refrescante baño en un mar que cambia de rojizo a naranja para volverse al fin de un azul intenso, con reflejos verdes, como tus ojos, que mezclan el ámbar, la miel y el musgo mientras me miran brillantes, expectantes, alegres...
Me he acercado despacio hasta ti, la brisa agitando mi pelo rojizo, rizos que revolotean alrededor de mi cara, mi mano acaricia tu cintura y sube acariciando suave tu piel, hasta recorrer el camino que une tu ombligo con tu cuello, llegando hasta tu nuca para acercar tus labios a los mios, y probar la sal de tu boca, tu sabor dulce, demorándome despacio en cada rincón que mi lengua encuentra, mientras mis labios bailan con los tuyos, sin prisa, disfrutando, saboreando tu beso tierno, dulce apasionado largo, casi eterno, mientras me abrazas, me estrechas contra ti, casi queriendo fusionar tu piel y la mía.
Caemos por fin entre besos y abrazos, sobre la arena, mientras el mar nos susurra canciones al oído, y tu recorres despacio los espacios de mi cuerpo, convirtiendo mi geografía en tu mundo, descubriendo montes y llanuras, desiertos y mares embravecidos, sin dejar ni un segundo de besarme y yo me embriago con cada uno de tus besos, con las caricias que traspasan mi piel hasta casi rozar con los dedos mi alma.
Por un momento paras, me miras a los ojos, y te pierdes en mi mirada, navegas buscando respuestas, haciendo preguntas, queriendo llegar hasta lo más profundo de mi, buceando entre mis sueños y mis temores y mientras me abrazas me susurras al oído, me haces desprenderme del miedo que tiene atrapados mis sentimientos más temibles y temidos. Y sonrío feliz de tenerte, de envolverte con mi cuerpo, de ser una contigo y el mar empieza a besarnos las puntas de nuestros pies y siento deseos de nadar mientras me abrazas, sabiendo que no me dejaras perderme entre el agua y los peces...
Y mientras me abrazas y nadamos, el mar juguetón me arrastra, me separa de tus brazos, forcejea contigo y al final me arranca de ti...
El sol ilumina a rayas mi habitación, ha vuelto el día y mis ojos se abren, y mis brazos te buscan, mis labios notan aún tu sabor enredado entre recuerdos borrosos y comprendo que tan sólo soñé contigo de nuevo...
Besos y sed felices

viernes, septiembre 22, 2006

Melancolía



Lo reconozco: Llevo días sintiendo melancolía... No es por nada en concreto, o tal vez es por todo. No lo sé. pero hace días que se me ha instalado esta insidiosa melancolía dentro.
Retrocedo con la mirada de mi memoria y me doy cuenta que cada año, al caer las hojas de los árboles, llega Melancolía, y se queda un tiempo haciéndome compañía, mientras los días se hacen más cortos, la lluvia regresa de sus vacaciones y las calles vuelven a oler a chimeneas encendidas...
Tampoco me desagrada la presencia de esta vieja conocida. Ambas compartimos secretos y recuerdos, y suele ser una buena aliada en los procesos creativos. Me devuelve del recuerdo momentos atesorados en mi memoria, incluso olores, sonidos, tactos, regresan de su escondite para volver por unos segundos a mí.
Melancolía impregna todo con un dulce aroma, que a ratos resulta empalagoso, me hace desear su abrazo y hasta sus besos, me acuna entre canciones que suenan a otoño, al frío que no tardará en llegar.
Melancolía abre mis armarios y cambia mi ropa, recorre la cocina y pone al fuego puchero, saca del baúl de los tesoros guardados, besos dulces, canciones románticas, miradas esquivas y perfumes de sándalo y almizcle.
Melancolía, tan dulce y tierna a veces, me tapa por las noches para que el frío no se me cuele, y susurra nanas a mis oídos. Me devuelve a la infancia y juega conmigo. Alimenta mis sueños más dulces y mis fantasías, retoma el tiempo, lo retuerce, lo alarga y lo acorta según le conviene y espera tranquila hasta el amanecer de mi creatividad recién nacida.
Melancolía me roba lágrimas y las convierte en diamantes, busca sonrisas perdidas en mis labios, cuando el sabor de las cerezas vuelve por un instante a mi boca, merodea entre los laberintos de mi mente y juega al escondite con mi alma.
Melancolía llega en septiembre, mientras el sol todavía calienta, y se va en Diciembre, cuando el frio reina. Deja regalos para mis sueños, y recuerdos para mi alma. Deja sabor de fresas y chocolate en mis labios, un acento dulce en mi voz, alguna esperancita en el hueco del corazón y sonrisas en mi memoria, y este aroma indescriptible...

Besos y sed felices

miércoles, septiembre 20, 2006

Tu Nombre.. Mi Nombre

Tu nombre es mi dulce castigo
Mi sangre, mi droga y rubí
Mi parte de vos, mi destino
Tu nombre me sabe a jazmín

Tu nombre no tiene palabras
Si está escrito en mi corazón
Y de pronto sale de cualquier lugar
No sabe más que hacerme sentir mal
Tu nombre tan inoportuno no sabe llamar

Y es así que trato de contarte todo ésto que siento
Es así que estoy adormecido en el mar de ilusión
Es así que todo vale todo y todo se termina
Todo se termina
Todo menos vos

Tu nombre me tiene perdido
Vagando en el mar de ilusión
Yo nunca me doy por vencido
Yo nunca me rindo... al menos por hoy

Y es así que trato de contarte todo ésto que siento
Y es así que estoy adormecido en el mar de ilusión
Es así que todo vale todo y todo se termina
Todo se termina
Todo menos vos

Y es así que trato de encontrarte por nuevos caminos
Es así que en tu nombre hago rimas para ser feliz
Es así que todo vale todo y todo se termina
Todo se termina
Todo menos vos

Todo se termina
Todo menos vos


Hubo un tiempo en que tu nombre fue el mío. Me enlazaba, hablaba de mi y me atrapaba entre sus letras. Era mi principio y mi final. Eran mis silencios y las palabras de mis silencios. Tu nombre era mi sueño, y mi primer pensamiento.
Hubo un tiempo en que creí en ti. Creí con fuerza y te sentí. Tu nombre me nombró y fui tú y aprendí a tenerte y a perderte, y luché hasta caer rendida por defenderte, a cada paso, en cada instante de mi vida.
Hubo un tiempo en que tu nombre era mi condena, era mi castigo y mi bendición, tu nombre fue mi alivio en las noches de tormenta, fue mi refugio en los días de lluvia, tu nombre me cubrió cuando tuve frío y fue mi tabla de salvación.
Tu nombre es mi nombre. Tu nombre soy yo. Tu nombre se perdió en mis silencios. Tu nombre ya no existe para mi. Yo ya no tengo nombre si no te tengo a ti.
Tu nombre es la palabra que no puedo pronunciar. Tu nombre es el castigo de mi alma errante. Tu nombre es el vacío de mi pecho. Tu nombre es mi silencio y mi dolor.
Tu nombre, Amor, ya no es el mío, ahora tu nombre sólo es de vos...
Besos y sed felices
Letra de Coti (no pude poner la música, mis más sinceras disculpas)

domingo, septiembre 17, 2006

Solitude



El esperaba sin saber muy bien qué. Traje de chaqueta algo desastrado, una corbata roja como los labios con los que soñaba, gafas de concha con el puente remendado con esparadrapo, un calcetín si, el otro en su bolsillo por equivocación. Su maletín y la foto de aquella actriz que le hacía soñar, y el autobús por llegar como cada mañana, para llegar a la oficina, como cada día.
Ella vestía de rosa, como sus sueños, melena descuidada, gafas demasiado grandes y una timidez excesiva, mientras leía esa novela que contaba la historia que tanto le gustaría vivir.
Él se aburría en su oficina, casi sin aclararse con el teléfono, mientras cuñaba papeles y más papeles, y el día se iba convirtiendo en noche.
Ella limpiaba el suelo de un despacho vacío mientras leía una vez tras otra aquella historia rosa donde ella siempre acababa encontrándole a él y juntos vivían felices. Y su cabeza volaba una vez más a algún lugar donde su vida era justo como ella soñaba.

Él tenía una casa pequeña y vacía, practicaba tango con una muñeca, aspirando algún día a poder bailar con una mujer de verdad. La cama pequeña y vacía, desde las paredes sus actrices le guiñaban el ojo y con su telescopio pasaba las noches mirando las estrellas soñando que en alguna estuviera perdida la princesa de sus sueños más dulces.
Ella pasaba la noche acompañada con su telenovela, viviendo la vida a través de sus personajes, mientras en su cama le esperaban sus sueños, tan rosas como su ropa, tan hermosos como su sonrisa que tan poco se dejaba ver.
Él se miraba al espejo de su alma, ella al de su corazón y ambos perdidos en laberintos distintos sin encontrar la salida ni el camino para encontrarse, acompañados de la soledad de una ciudad repleta de gente como sueños, de fríos edificios tan solitarios como ellos, tan deseosos de poder acariciarse ventana con ventana, traspasar avenidas para poder abrazarse entre hormigón y antenas...
La esperanza perdida, nunca se sabe que te depara la vida y a veces quien no sueña con buscar un camino alternativo pero la suerte de la mala suerte no siempre deja paso a la alternativa...
Una tarde cualquiera, no importa si martes o sábado, la mala suerte se distrajo para ellos y por un momento se vieron. Él intentó hablarle sin éxito, ella quiso mirarle pero su mirada fue esquiva, y casi por casualidad sus manos se rozaron hasta abrazarse con tanta ternura que por un momento hasta las estrellas parecían mirarles. Un milagro de beso accidental cuando a él se le cayó el periódico y acabó en el cuello de ella, una mirada furtiva, espiándo la sonrisa esquiva y dulce... Y el mundo volvió otra vez para separarles entre un gentío aparecido de la nada, alejandoles de nuevo en laberintos de calles y ciudad, de noches de soledad indescriptible, la espereanza de nuevo perdida, maldiciendo a la suerte, mala con ellos, que les robaba de nuevo los sueños, después de habérselos dejado rozar.
El la buscó incansable por calles y tiendas, por debajo y por encima de las piedras, en las estrellas y hasta en el infierno.
Ella rompía hoja a hoja su novela rosa, mientras miraba cada cara, cada foto, cada autobús esperando verle sin éxito.
Solitude escrita en sus corazones, y en dos pisos contiguos, silenciados y tristes. Separados por un muro tan grande como sus miedos, tan grueso que era imposible saber que justo al otro lado estaba su mitad de corazón... Pero la mala suerte a veces de tan mala es buena, una explosión, casi la vida en ello y al despertar del susto verse, de nuevo, muros perdidos por siempre, solitude de dos corazones por fin unidos, el amor venciendo sin miedo, por una vez en el caos de ciudades frías llenas de soledad...
je t'aime.. Mois je t'aime aussi y en la unión la desavenencia de la soledad que aún luchaba por subsistir sin éxito cuando el amor es más fuerte y una nueva vida empieza, para dos mitades por fin unidas.


Se alejaron de sus tristezas y Solitude quedó en un rincón de sus miserias abandonadas por fin. Después de todo, a veces el amor se deja ver...

Besos y sed felices

viernes, septiembre 15, 2006

Tempo




Luz suave, perezosas las notas del contrabajo suenan lentas, acariciándome la piel, colándose por los recovecos de mi alma, enredándose entre mi pelo, elevándome hasta dejarme mecer en el suave eco de una voz de soprano, dulcemente evocadora, que se cuelga grácil, mientras canta, enredada en dos telones sobre un escenario tan negro como un abismo... Desde su atalaya, juguetea mientras canta, se deja arrullar, se balancea, y juega con su voz, con las telas, con el contrabajo que sigue descorchando melodías como botellas de vino tinto...
Mi alma se ha quedado jugando traviesa entre sus cuatro cuerdas, cuando el piano emerge desde su oscuro rincón, canturreando armónicos que acompañan voz y bajo, haciendo y deshaciendo melodías, rescatando hasta el corazón que no encuentro, para robarme lágrimas emocionadas, mientras su voz me perfora el sentimiento, y me hace olvidarme hasta de mí misma.


Me doy cuenta de pronto que he perdido mi cuerpo, ya no sé donde lo dejé, ocupada como estaba en enredarme entre cuerdas y notas, tan distraída revoloteando entre los faldones de las corcheas que ya no sé donde dejé el resto de mí.
Y el piano sigue cantando para el contrabajo, que ahora vuela mientras sus manos juegan en las alturas, y él se convierte en el trapecio de un músico acróbata que ahora no sabe si seguir hechizándome con su música o distraer mi mirada con sus juegos, y mis ojos le siguen, se quedan en equilibrio con él y se pierden entre tanto arte, dejándome otra vez desvalida, y la voz que vuelve a resonar, me llama poderosa, dulce, seductora, para que baile mi alma una vez más, para volver a rescatar mi corazón de su encierro. Yo quisiera oponerme pero es inútil, todo mi ser se ha revelado contra mi, para jugar en el escenario entre músicos y música, cuerdas y trapecistas, risas y cantos, ya no encuentro el camino de vuelta, pero no importa, me gusta este lugar...

Besos y sed felices

miércoles, septiembre 13, 2006

Mientras llueve



Mientras conduzco rápida, atravesando esta ciudad que tanto amo, el cielo empieza a llorar, tal vez despidiendo al verano, que lentamente se va, o quizá simplemente sentía deseos de descargar esta agua vendita sobre nosotros.
Suena en el cd Michael Bublé y Nelly Furtado, "Dime cuando vas a decidirte..." y en mi mente dejo que vaguen sonrisas mezcladas entre pensamientos vagabundos, sedientos de la lluvia que me moja sin mojarme... Tal vez después de todo el desierto se quedó realmente en mi piel y en mi pelo, emanando su propia esencia, reclamando ahora el agua para sí mismo, como un niño caprichoso que sueña con chapotear en la orilla del mar con sus zapatos nuevos.
Vuelo por la autopista, y una trompeta resuena con su melodía nostálgica "Es tan corta la distancia, pero tan largo el camino entre tu boca y mi boca, entre tu corazón y el mío..." Lejanamente recuerdo esos labios rozando levemente los míos, y ese instante robado al tiempo, ese océano de palabras no pronunciadas y deseo enredado entre las miradas, la piel, las lenguas chocando como el mar contra las rocas, violentas y dulces, pasionales y calmas, eternamente unidas en un segundo largo como horas...
Sigue cayendo el agua impasible, la lluvia choca contra el techo de mi deportivo y su ruido me evoca el olor a tierra mojada que advino en las montañas cercanas, el cielo gris, casi negro me envuelve, y sigo veloz hacia mi destino.
"fly me to the moon.." evocadora y sugerente voz que me hace rogar llévame hasta la luna, déjame soñando en esta lluvia que anuncia el otoño que ya llega, mientras abrazo sueños y me dejo mecer arruyada por las olas del mar tan cercano que le oigo llamarme despacio.
Llego a mi destino "No quedan días de verano, el viento se los llevó" y al bajar del coche siento el aire fresco en mi cuerpo, erizándome la piel, el olor a lluvia recién caída, a humo lejano, y al girar la mirada, veo al otoño acercándose lentamente, seductor, casi tierno, y me doy cuenta que después de un año, empezaba a echarle de menos...
Besos y sed felices

sábado, septiembre 09, 2006

Doce Rosas Rojas



Le veo pasar todos los días al atardecer... Va con su bicicleta, una camiseta blanca y un ramo de rosas rojas en una mano. Siempre a la misma hora pasa, y siempre me quedo mirándole. Me resulta tan dulce, tan tierno...
Supongo por el color de su piel que es un vendedor de rosas, de los que te asaltan mientras cenas o das una vuelta, y te ofrecen sus flores para que las regales a quien ellos presuponen tu pareja. Probablemente él, cada noche, haga exactamente lo mismo que yo cada tarde: Imaginar una historia. De repente se me antoja que es un amante a la antigua, un galán que lleva doce hermosas rosas rojas cada tarde a su amada al trabajo. No le importa lo que digan, ni lo que le cueste, cada tarde a las 20h en punto, su amada recibe de sus manos sus rosas rojas. Ella no le ha confesado su alergia porque en el fondo le encanta el detalle, pero cada día debe ingeniárselas para evitar los estornudos al verle aparecer, hermoso y radiante, con su camisa blanca y sus doce rosas rojas dispuesto a hacerla sonreir. Y ella gentilmente le regala doce sonrisas dulces, una por cada flor, le besa sensual la boca, como si mordiera una fresa madura, y luego sube despacio los escalones que la llevan a su despacho, controlando disimuladamente el goteo nasal, y girándose coqueta en mitad de la escalera, para regalarle una sonrisa más y una mirada tan sensual, tan dulce, tan encantadoramente seductora, que a él le flaquean las piernas y ve necesario sujetarse por un momento al marco de la puerta. Ella entonces prosigue su ascenso, cruzando levemente los tobillos al subir cada escalón, dejando que su figura hermosa y femenina, describa ese sinuoso zig zag que sólo una mujer sabe dibujar en el aire, con su mano delicadamente deslizándose sobre la barandilla, hasta que por fin llega al zenit de su escalada, gira a la derecha y desaparecen ella y las flores por una puerta... Entonces él, satisfecho, sale a por su bicicleta y recorre de nuevo las calles, esta vez con doce sonrisas colgadas de su camisa, y un beso grabado en sus labios, mientras el sol tímidamente se esconde tras las montañas y el rocío deja pequeños diamantes sobre su pelo azabache...



Anoche le vi, le reconocí por su mirada dulce y sonriente, a pesar que no había rastro ni de la bici ni de la camisa blanca. Íbamos a pedir la cuenta, él como siempre guapo, camisa negra ajustada, vaqueros y ese perfume que me hipnotiza... Se demoraba mirándome, nadando en mis ojos, buscando respuestas, haciendo preguntas, dejando al silencio el derecho de los besos que despacio depositaba en mis manos, en mi cuello, en la comisura de mis labios. Entonces él chico de las rosas se acercó, y su mirada se detuvo primero en mis ojos, sonriente y cómplice. Después le miró detenidamente a él, y sólo entonces le ofreció las rosas para que me regalara una. Las rechazamos, como siempre, aunque confieso, tentada estuve de quedarme con alguna, y él, el chico, se alejó camino de la puerta del local, y justo antes de salir, volvió a girarse, para mirarnos un instante... Se me antoja que compuso su historia, en la que no había miedos, ni armaduras, donde el amor tal vez fuera como en las películas... Sus labios besándome sin temor a quedarse eternamente en mis labios, mis ojos mirándole hasta alcanzar el epicentro de su mirada, sin miedo a quedarme perdidamente atrapada, sus manos acariciando las mías, entrelazadas, sin miedo a quedarse anudadas, y la noche haciéndose eterna, el reloj, obediente al bolero, estancado en ese preciso momento, eternizando el deseo y en el aire las palabras que nunca se han de pronunciar...
Que hermosos son siempre los sueños.
Besos y sed felices

sábado, septiembre 02, 2006

Jugando con viejos Espectros



No fue fácil crecer. No es que faltara comida, ni dinero, ni ropa ni nada que una niña pudiera querer. Pero no fue fácil.
No fue fácil hacerse la estúpida cuando se es más inteligente de lo que una quisiera. Mirar para otro lado y disimular, guardarse el dolor y las lágrimas que debieran haber caído. Pero había que ser fuerte, la más fuerte. No fue fácil negarse el derecho a ser niña.
No fue fácil ver regalos a cambio de cariño, no fue fácil negar lo evidente y defender a quien querías, no fue fácil aceptar las miserias que se daban, no fue fácil cerrar los ojos y olvidar, y no mirar, y negar que sabías más de lo que callabas. No fue fácil.
No fue fácil vivir. No fue fácil intentar acabar con todo y no conseguirlo. No fue fácil evitar la compasión, la incomprensión, el desprecio. No fue fácil demostrar quien eras y quien eres. No fue fácil ser un pez nadando a contracorriente de todo y de todos, pero lograste subir por la cascada, a pesar de no ser fácil.
Ahora miras hacia atrás, y sin querer ves tras las esquinas, escondiéndose, todos los fantasmas que tu infancia no vivida dejó. Fantasmas que no quieren abandonar la realidad ni los recuerdos, que se empeñan en recordar que tal vez no debiste ser.
No es fácil disimular, cerrar los ojos otra vez, para que no se note que ves y que sabes lo que hay, ser feliz o parecerlo y sonreir a pesar del dolor. Tragar con lo que te ofrecen, las sobras de un cariño que tal vez no fue pensado para ti.
No es fácil que quien debería tenerte por lo más importante, siga relegándote a la última posición, justo por detras de su precioso coche. Y niegue hacerlo. No es fácil volver a pasar por estúpida para que piense que te crees todo lo que dice y aceptar que nunca va aceptar lo evidente.
A veces los fantasmas salen de su escondrijo, entre las basuras de los rincones de tu memoria, y se escapan por tu lengua-látigo, sin temor a represalias. Ya no eres la niña que fuiste, ahora eres la mujer que no teme al desamor porque sabe que que el desamor existe y es real. Ahora, con tu soledad como armadura, con la fuerza que tu lucha de tantos años te ha dado, plantas cara y dices lo que piensas, y dejas que él caiga derrotado, aunque te duela. El dolor sólo es parte de tu vida. Ahora lanzas como cuchillos todo tu regimiento de fantasmas y le recuerdas que nunca has estado ciega, ni sorda, ni estúpida, pero él sigue siendo el ciego que no quiere ver y el sordo que no quiere oír y todo queda en pedazos rotos de tu corazón de niña, el único que nunca estuvo entero.
En silencio, a oscuras, lejos de quien pueda verte, lloras después tus miserias, y te lames las heridas que nunca cierran, los fantasmas te vuelven a mirar y se ríen de tus debilidades y tú les enseñas los dientes una vez más.
Después cierras los ojos, vuelves a tu mundo de sueños donde siempre todo fue perfecto, recompones tu armadura y tu sonrisa, para ser de nuevo la mujer sonriente de cada día, la niña que todos quieren ver.
Besos y sed felices