Le he escuchado desde que era pequeña, bailaba con su música y me gustaba su voz, aunque no sabía quien era...
Me enamoré de él cuando revolucionó el mundo del videoclip con un cortometraje de quince minutos. Yo que disfrutaba bailando, me volví loca con aquella coreografía, con su ritmo, con su música y otra vez, de nuevo, con su voz. Tardé menos de un día en conseguir su LP en formato casete, que era lo que yo podía escuchar cuando quisiera. Volví locos a mis padres, siempre oyendo aquella cinta hasta machacarla, creo que Thriller no se oye bien desde entonces... Pero a mi me gustaba aquel “The girl is mine” porque imaginaba que me lo cantaba a mí... me soñé mil veces bailando con él.
En algún momento dejé de estar enamorada, supongo que puse los pies un poquito en la tierra (tan solo un poquito) al darme cuenta que difícilmente le conocería, que queréis, era una niña, y los niños viven de sueños. Pero seguí escuchando su música y bailando a su ritmo. Conservo un disco, el último, de los Jackson Five, donde canta una balada tan hermosa que lloraba con escucharla...
Luego vino Bad, me gustaba de malo, y por supuesto seguí bailando a su ritmo, y al ritmo del paso de la luna... Años después pude oír al mismo Marcel Marceau explicar como le enseñó aquel paso. Y no hace mucho pude ver un video homenaje al mimo, donde él hablaba de su relación con el Maestro del Silencio.
Conservo en mi discoteca aquella cinta con su gran éxito, Thriller, y otros no menos importantes, como Billie Jean. También tengo aquel vinilo de los Jackson Five y un doble cd con sus grandes éxitos antes de empezar su carrera en solitario, incluyendo un dueto con Diana Rose.
No puedo imaginar mi vida, tan enredada con la música y el baile, sin él, sin el Popstar por definición, sin el Rey del Pop. Como tantas otras personas, alrededor del mundo, hoy mi corazón late un poco más despacio, algo arrítmico, hoy mis pies parecen querer andar hacia atrás y girar en piruetas, hoy mis manos quieren guantes plateados, hoy mis ojos miran hacia la luna, buscando sus pasos, y hacia las estrellas esperando verle, una vez más, haciendo lo mejor que sabía hacer... Hasta siempre, Moon-Walker...
Besos y sed felices