Noches de Azahar, con rachas de Azar... Vino el Azahar para rondar la primavera y yo dejé, por Azar que tú revolotearas a mi vera. Azahar en las calles, bajo la alfombra de la noche traicionera, dulce Azar que deja jugar a la luna, partidas de póker, apostándose el rocío del amanecer. Azahar blanco y suave que se enreda entre los bucles de mi pelo y me alumbra la mirada y la sonrisa, con notas de azar zalamero y tramposo que a veces te trae a mí y otras me deja sin aliento.
Noche de Azar y de Azahar nocturno, perfumando cada paso, cada sonrisa, cada momento. Lluvia en los zapatos y en el alma, clases de baile para sortear la mala suerte y el Azar en el bolsillo izquierdo, al abrigo de los sentimientos.
Flores de Azahar, dulces e ingenuas, casi superfluas e inocentes, dicen los lirios que todo es apariencia bajo la angelical suavidad blanca que las cubre, y el Azar quiere que ellas adornen esta alegoría de primavera sorprendida y sorprendente, de aliento azaroso y mirada azarada.
Bailemos, trasnochemos envueltos en el azar perfumado de azahar, demos rienda suelta a la aventura de pasear por las calles alfombradas con notas de dulzura y sueños de otros lugares, dejemos que la promesa de gotas ácidas en el paladar nos deje por ahora su aroma enmarañado entre las hebras de nuestra suerte, la suerte de habernos perdido al mismo tiempo y en el mismo sitio, que el azar tiene estas cosas, ¿o tal vez sea cosa del azahar? Empiezo a embriagarme con el aire cálido de la primavera que nos invade, llegó casi sin permiso, maldita tramposa disfrazada de inocentes flores y rayos de sol atravesando la lluvia reticente de un invierno que no acaba de querer irse.
Mis pasos hacen surcos entre las estrellas y la aurora y me pregunto por qué el azahar sólo perfuma la noche, es casi tan embaucador como el azar y tan seductor como el augurio del sol que ya llega... Abrigos de deleite y almíbar en el alma, caminos de azahar que por azar me llevan hasta el zaguán de tu mirada, y la noche que no acaba y la luna que sigue picarona, sonriendo al sol de primavera, y yo que ya no sé si fue el azar o el azahar quien me trajo hasta este lugar donde los sueños locos nacen y deliran entre suspiros y galanterías.
Sigue el Azahar trazándome el camino que mis pies recorren por azar, de vuelta a mi alcoba, antes de que el sol me encuentre embriagada de sonrisas y un poquito enamorada de este tiempo de cerezas...
Besos y sed felices