martes, mayo 23, 2006

Una noche en el Teatro

Las salas de teatro tienen cierta magia. Es como si el tiempo se detuviera cuando entras.
Tienen su propio olor, un perfume indeterminado, que mezcla la madera del escenario, recién encerada para la ocasión, el terciopelo rojo y pesado del gran telón, esa sensación cálida de los focos que se percibe también en el olfato. Los perfúmenes de cada asistente al espectáculo y incluso el perfume de los actores, las telas que llevan en su atrezzo, los tintes de los decorados… Todo crea un ambiente perfumado de mil historias, de mil sueños que por un instante se hacen realidad.
En el teatro todo es diferente. Hasta la obra es diferente cada día. Tiene el aroma a pan recién hecho en el horno de leña, el sabor de un chocolate hecho con paciencia y a fuego lento, sin dejar de remover… El tacto suave y al tiempo áspero de la figura labrada a golpes de cincel. Es como la pintura que aparece, todavía fresca, sobre el lienzo, o la fotografía que se revela en el papel lentamente, mientras los químicos hacen su trabajo… Suena a un violín que se afina, a veces a un cello que triste deja la melancolía flotando en el aire, otras en cambio es como retumbar de mil timbales a contratiempo de un redoble de mil corazones latiendo, y hay momentos que apenas sí suena, como cuando el aire pasa despacio entre las cuerdas del arpa, y entonces el silencio en la sala se puede tocar con las yemas de los dedos, los oídos se giran, las miradas se fijan mientras en escena el susurro de un movimiento, una palabra, o un silencio se hacen los amos, robándote hasta el alma que en realidad más bien se escapa hasta los tablones del entarimado, enredándose entre las manos de los actores, jugueteando coqueta con sus ojos, que al tiempo se vuelven hacia los tuyos para atraparte en su magia y hacerte así partícipe de la historia que te cuentan, que ya no es una historia cualquiera, si no la tuya propia.
Entrar en el teatro tiene su propio ritual… Llegas a la puerta y un amable operario de la sala te rompe la entrada, y franqueas la puerta, que no es más que la ante sala, pues aún tienes que cruzar la verdadera entrada al patio de butacas, una puerta, por lo general de madera, muy gruesa, con unas cortinas que caen a plomo hasta el suelo, opacas y oscuras, que parecen querer atraparte a ti y a todo lo que allí dentro acontezca… En la sala, una vez franqueadas las pesadas cortinas, ante ti aparece el pasillo del patio de butacas, con su alfombra roja, y esa leve inclinación que toda sala tiene, y que te atrae irremediablemente hacia el escenario. Y el escenario justo enfrente, mirándote, como diciendo: “Venga, anímate, sube, no temas”. Ofreciéndote sus tesoros, su mágica caja negra, sus tablones chirriantes y encerados, sus escalones recubiertos de rojo, y esos focos que ahora parecen dormitar, pero que en un instante se encenderán para atraparte en su luz, como si fueras una luciérnaga.
Te acomodas en tu butaca, que parece abrazarte, suave, acogedora, que te acuna en ese instante en el que el tiempo se detiene ante tu mirada, convertida en la de un niño, un niño ávido de cuentos, ansioso por viajar a otros mundos.
Las luces se apagan, los focos brillan, el escenario cobra vida y el aire se llena del silencio expectante, convertido a veces en risas, otras veces en llanto, y otras, incluso en gritos, y por un instante nacen alas en tu espalda, y abandonas la butaca dejándote transportar, creyendo a pies juntillas todo lo que allí ocurre, incluso lo que no ocurre. Y es que en un teatro todo es posible, porque ya lo dije al principio, las salas de teatro tienen cierta magia… ¿no me crees? Prueba y veras…
Besos y sed felices

7 comentarios:

Alfor dijo...

Estoy oyendo tu programa. Mujer, ten en cuenta a tus oyentes de otros husos horarios, que aquí son dos horas más y es mucho más tarde. No te digo que pongas heavy, pero algo más marchosillo vendría bien.

Quedas muy graciosa hablando en valenciano. :)

Me espero un poco a escuchar más antes de hacer valoraciones.

Alfor dijo...

Oye, la canción de Enya ya me gusta más... no es marchosa, pero me gusta ¿Tienes algo de Alan Parsons?

Esther Hhhh dijo...

De Alan Parson no tengo nada, me alegra que escucharas el programa, jejejeje... Asias guapo.
Voy variando la música, depende de lo que lea.
¿Te gustaron los relatos?
Besitos
PD: ¿cómo personalizaste tu blog para ponerte esa plantilla?

Alfor dijo...

Para personalizar la plantilla debes saber algo de lenguaje html. Básicamente, se puede hacer casi todo, pero hay que dar las órdenes correctas. Ánimo, haz pruebas.

Los relatos estaban muy bien. A ver si me va a acabar gustando Benedetti...

Esther Hhhh dijo...

Buff, pues de eso no tengo ni idea, jos...
Ya veras como Benedetti te encanta, jejeje... Pero de Benedetti eran los poemas. Los relatos eran casi todos míos. No, todos, creo ¿a ver? Si, sólo leí un relato creo y era mio.
Besos

Alfor dijo...

Te recomiendo que hagas tus pinitos con el FrontPage, que es el que uso yo y sé que no es el mejor, pero es facilón. Abre la plantilla y trata de ir comprendiendo las órdenes, o prueba a escribir documento en un FrontPage y mirá la página de códigos.

No es muuuy difícil, y da buenas satisfacciones.

Esther Hhhh dijo...

gracias alf, probare suerte jejeje, ¿y donde encuentro eso del front page? (que pez que toooooooyyyyyyy)