Bailaban en la pista, tal vez llena de gente, tal vez vacía y en un despiste del azahar, sus labios fueron a encontrarse en un abrazo tan largo como la eternidad, tan leve como un suspiro, tan esperado, tan improvisado, tan lleno de todo y de nada que supo a miel y a limón, a agua y a vino, como el pan y la sal, se dieron en un beso todo el universo y, apenas un aliento..
La pista quedó desierta, el suelo se volvió nubes, la música sonaba al ritmo de sus labios, y sus labios al ritmo de sus latidos, embebidos en sí mismos, bebiéndose sedientos, rasgando las normas preestablecidas con un gesto sencillo y simple. Uno de esos besos transgresores, revolucionarios para el alma, rebeldes, transgrediendo sentimientos, yendo más allá de lo que es políticamente correcto..
Un beso encadenado a otro, como eslabones, formando una cadena de cariños tan larga como el tiempo invertido en demorar aquel beso. Ya no hubo contención ni buenos modales, ya no se pararon a pensar en quien miraba, se besaron con el alma, con las manos y con los ojos, con las sonrisas y hasta con la vida. Se besaron con todo lo que tenían al alcance de sí mismos, se rodearon de caricias y mimos, de alegría y esperanzas recién nacidas, siguieron besándose hasta cuando no se besaban, con miradas traviesas, sonrisas pillas y palabras desvergonzadas.
Fue uno de esos besos que pueden durar una eternidad, con principio impreciso y final inconcebible, un beso largo como la eternidad del instante. Pura adicción de labios y texturas, de saborearse hasta saciarse y seguir degustándose hasta volver a desear saciarse. Enredo de lenguas entreveradas, caricia enmarañada hasta embrollar las almas. Un beso envolvente, embaucador, repleto de sueños y alegrías, y sin embargo tan efímero como para desear el siguiente.
Se besaron como náufragos en busca de tierra firme, como dos superhéroes salvando al universo, como Bonnie and Clyde en su última aventura. Se besaron como desconocidos, como amantes, como fugitivos y hasta como amigos. Se besaron de todas las formas posibles y también las imposibles. Se besaron con todos los besos inventados, y luego siguieron inventando besos desconocidos. Se besaron desde el pelo hasta los pies, y desde los pies hasta el infinito y media vuelta hasta volver a besarse de nuevo. Empezaron y acabaron, para volver a empezar de nuevo en un bucle eterno, sin tiempo ni espacio, salvo el que ellos mismos crearon en ese instante. Nacieron de nuevo, se crearon el uno para el otro, se complementaron y, beso a beso, caricia a caricia, crearon su propio universo, el principio de su vida lo marcaron con aquel beso.
Fue un beso de esos, de esos que no terminan. Un beso de esos que cumplen un sueño. Uno de esos besos con los que se cruzan los mares de china...
Besos y sed felices