miércoles, julio 12, 2006

Ilusiones ópticas

Vivo de ilusiones, o de esperanzas. Creo ver lo que no existe, y hay imágenes que se me repiten en mis sueños y a veces creo que son reales.
Creo que tal vez llame, o tal vez vuelva, o tal vez exista. Pero es sólo ilusión Optica, un engaño, como las imágenes estáticas que parecen moverse.
En el fondo, o en el trasfondo de la vida, todos acabamos por ver lo que no existe, por creernos lo que nos gustaría y en realidad, sólo vemos un rayo fugaz de luz, un caballito de mar en una nube que pasa, o la sombra de quien nos gustaría encontrarnos.
¿Y qué más da? La cuestión es ser felices, aunque sólo aparentemos serlo, la cuestión es sonreír y que parezca que todo va bien, al final acabamos por creérnoslo y todo se pasa, o se pasará cuando menos lo esperemos.
Hay quien genera imágenes virtuales de sí mismo para hacernos creer que es quien realmente no es. ¿Y cómo se distingue una ilusión óptica, un espejismo, de la realidad?¿y realmente queremos ver la imagen real? porque alomejor nos decepciona que todo no sea tan bonito. A veces no vale la pena despertar, Neo, ya viste que la realidad no era tan bonita como tu sueño, y tú creíste que tu sueño era malo...
Ya ves Segismundo que el amor solo es como dijo Bécquer un rayo de luna que se reflejó en el jardín, y aún así no dejas de perseguirlo:

"y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende".
Yo soñé contigo, y tal vez tú existite en el frágil espacio de una gota de agua que al caer al suelo estalla en mil gotas...
Tal vez cada gota contenga un estracto real de un sueño irreal que yo creí cierto...
Tal vez vuelva a dejar que otra imagen de caleidoscopio, tan falsa como la última, me haga sonreír. O tal vez ya no soy capaz de ver más allá de lo que realmente existe...
De momento te dejo mi sonrisa, que tal vez sea un engaño más, otra ilusión óptica, o puede que esta vez esté sonriendo de verdad... Quien sabe.
"Manrique, presa su imaginación de un vértigo de poesía, después de atravesar el puente, desde donde contempló un momento la negra silueta de la ciudad, que se destacaba sobre el fondo de algunas nubes blanquecinas y ligeras arrolladas en el horizonte, se internó en las desiertas ruinas de los Templarios.
La media noche tocaba a su punto. La luna, que se había ido remontando lentamente, estaba ya en lo más alto del cielo, cuando al entrar en una oscura alameda que conducía desde el derruido claustro a la margen del Duero, Manrique exhaló un grito leve y ahogado, mezcla extraña de sorpresa, de temor y de júbilo.
En el fondo de la sombría alameda había visto agitarse una cosa blanca, que flotó un momento y desapareció en la oscuridad. La orla del traje de una mujer, de una mujer que había cruzado el sendero y se ocultaba entre el follaje, en el mismo instante en que el loco soñador de quimeras o imposibles penetraba en los jardines.
-¡Una mujer desconocida!... ¡En este sitio!..., ¡a estas horas! Esa, esa es la mujer que yo busco -exclamó Manrique; y se lanzó en su seguimiento, rápido como una saeta.
Llegó al punto en que había visto perderse entre la espesura de las ramas a la mujer misteriosa. Había desaparecido. ¿Por dónde? Allá lejos, muy lejos, creyó divisar por entre los cruzados troncos de los árboles como una claridad o una forma blanca que se movía.
-¡Es ella, es ella, que lleva alas en los pies y huye como una sombra! -dijo, y se precipitó en su busca, separando con las manos las redes de hiedra que se extendían como un tapiz de unos en otros álamos. Llegó rompiendo por entre la maleza y las plantas parásitas hasta una especie de rellano que iluminaba la claridad del cielo... ¡Nadie!
(...)
Y esa mujer, que es hermosa como el más hermoso de mis sueños de adolescente, que piensa como yo pienso, que gusta como yo gusto, que odia lo que yo odio, que es un espíritu humano de mi espíritu, que es el complemento de mi ser, ¿no se ha de sentir conmovida al encontrarme? ¿No me ha de amar como yo la amaré, como la amo ya, con todas las fuerzas de mi vida, con todas las facultades de mi alma?
Vamos, vamos al sitio donde la vi la primera y única vez que le he visto... ¿Quién sabe si, caprichosa como yo, amiga de la soledad y el misterio, como todas las almas soñadoras, se complace en vagar por entre las ruinas, en el silencio de la noche?
Dos meses habían transcurrido desde que el escudero de D. Alonso de Valdecuellos desengañó al iluso Manrique; dos meses durante los cuales en cada hora había formado un castillo en el aire, que la realidad desvanecía con un soplo; dos meses, durante los cuales había buscado en vano a aquella mujer desconocida, cuyo absurdo amor iba creciendo en su alma, merced a sus aún más absurdas imaginaciones, cuando después de atravesar absorto en estas ideas el puente que conduce a los Templarios, el enamorado joven se perdió entre las intrincadas sendas de sus jardines.
La noche estaba serena y hermosa, la luna brillaba en toda su plenitud en lo más alto del cielo, y el viento suspiraba con un rumor dulcísimo entre las hojas de los árboles.
Manrique llegó al claustro, tendió la vista por su recinto y miró a través de las macizas columnas de sus arcadas... Estaba desierto.
Salió de él, encaminó sus pasos hacia la oscura alameda que conduce al Duero, y aún no había penetrado en ella, cuando de sus labios se escapó un grito de júbilo.
Había visto flotar un instante y desaparecer el extremo del traje blanco, del traje blanco de la mujer de sus sueños, de la mujer que ya amaba como un loco.
Corre, corre en su busca, llega al sitio en que la ha visto desaparecer; pero al llegar se detiene, fija los espantados ojos en el suelo, permanece un rato inmóvil; un ligero temblor nervioso agita sus miembros, un temblor que va creciendo, que va creciendo y ofrece los síntomas de una verdadera convulsión, y prorrumpe al fin una carcajada, una carcajada sonora, estridente, horrible.
Aquella cosa blanca, ligera, flotante, había vuelto a brillar ante sus ojos, pero había brillado a sus pies un instante, no más que un instante.
Era un rayo de luna, un rayo de luna que penetraba a intervalos por entre la verde bóveda de los árboles cuando el viento movía sus ramas."
Besos y sed Felices.

8 comentarios:

BAR dijo...

hay veces , en que preferí seguir viviendo en el engaño, sabía que todo era mentira, pero no me importaba, quería seguir ahí, dormida,con un amor que sólo era mío,de pronto, me dí cuenta que me estab creyendo esa mentira, y sin embargo seguía ahí.De pronto el me abrió los ojos,me despertó, y lloré y rogué seguir dormida, pero el ya no me esuchaba, ya no estaba dentro de mis sueños. Despúes...despúes y ahora...sigo soñando...saludos, va siendo un placer leerte.

Esther Hhhh dijo...

Tal vez lo mejor sea despertar, porque los engaños, los rayos de luna, los espejismos, más tarde o más temprano desaparecen.
Cuando uno ve un espejismo en medio de un desierto de arena, cree que su sed desaparece a medida que se acerca al agua, pero al descubrir que sólo fue una ilusión óptica, la sed se vuelve más acuciante.
Bar, no sigas soñando, ni llores más, porque no vale la pena.
Pandora, boyito mío, tú sabes que yo sé que debo volver a la realidad, pero si me lo permites, voy a seguir mirando la espiral y creer que tiene movimiento por un momento más... Aunque sepa que está quieta. Aunque sepa que no va a venir. Aunque sepa que mi rayo de luna fue sólo un reflejo movido por las ramas en una noche de luna llena que duró quizá más de lo que hubiera sido deseable.
Besos

Unknown dijo...

Una pieza literaria que siempre me ha impresionado es la de Calderón de la Barca "La vida es sueño", y su estrofa culminante:

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.


Pero aunque parezca que la vida es sueño y todo parece una ilusión, si eres fiel a tus principios siempre estarás satisfecha de tí misma, y eso es lo que importa.

Enttropia dijo...

Muchachas, os recomiendo a Buika y su "Jodida pero contenta", dosis de fuerza y optimismo concentrada directo al corazón. A mí me ha ido genial :-)
Bellísimo Bécquer como siempre. Esther, las cosas no son reales ni irreales, ni buenas ni malas, las cosas son como nos las contamos. Yo por si acaso, no me quedo ni con el sueño ni con la vida despierta, prefiero quedarme en el jardín de la duermevela y elegir en cada momento si duermo, sueño o simplemente vivo y siento...

Ha sido un placer leerte. Hasta otra.

Esther Hhhh dijo...

A mi me encanta "La Vida es Sueño" y el debate al que conlleva esta obra clásica. Y ese momento, ese monólogo de Segismundo, al final del segundo acto, donde acaba diciendo esa estrofa que tanto te gusta, Diego, lo cierto es que es impresionante. De hecho hasta me lo sé o me lo sabía de memoria.
Si a algo soy fiel, Diego, es a mi misma, de eso que no te quepa la menor duda, a mí y a mis principios.
Besos

Esther Hhhh dijo...

Buika es impresionante, sin duda, Enttropía, que voz y que forma de mezclar estilos.
Creo que voy a hacerte caso y quedarme en tu jardín, con tu permiso, jejeje...
Besos

Alfor dijo...

A mí me gustaba Bécquer... pero de eso hace veinte años. Ahora lo encuentro un poco empalagoso, lo que no puedo decir de Calderón. Por cierto, ¿por qué no ponéis la estrofa completa?

Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi
¿Qué es la vida?...

Le viene que ni anillo al dedo a la entrada. Por cierto que yo voto por la realidad y, si no, ya que estamos con "El rayo de luna", seguid leyendo y mirad cómo acaba...

Besos (bueno, o saludos, según)

Esther Hhhh dijo...

Bueno Alf, pillaste el meollo del tema. Esta entrada nace a partir de cuatro cosas: primero, es la continuación lógica a las otras tres anteriores. Segundo, las ilusiones opticas de pando en su blog, un gráfico estático pero que parece en movimiento si lo miras fijamente. Tercero, La Vida es Sueño, que dicho sea de paso, ha aparecido reflejado en los otros tres post anteriores, al igual que la cuarta cosa, El rayo de luna de Bécquer.
En cuanto al rayo de luna, efectivamente acaba fatal, él se vuelve loco, loco de amor a un ser inexistente... Y yo no estoy loca (de momento), pero sí podría decir que, dada la forma de actuar del responsable de mis últimas entradas, no difiere mucho de ese rayo de luna...
Besos