El pasado fin de semana hubo un incendio en la Comarca de la Safor, comarca situada al sur de la provincia de Valencia. En total, el viento de Poniente, el calor y una compleja orografía, hicieron que se quemaran un total de 1.925 hectareas de bosque y matorral. Una lástima.
El incendio se produjo concretamente en la zona que se conoce como La Vall de la Valldigna, caracterizada por una gran cantidad de barrancos y montañas, además de ser una zona bastante poblada. De hecho, las llamas afectaron a varias poblaciones y urbanizaciones. Hubo que desalojar a muchos vecinos, pues las llamas se acercaron peligrosamente a las viviendas y en algunos casos produjeron daños materiales. Algunas poblaciones, como Xeresa, aunque no llegaron a ser completamente evacuadas, sufrieron las consecuencias de un incendio de tanta embergadura, pues el humo hizo casi irrespirable su aire.
La zona incendiada es de alto valor ecológico, en algunos casos está protegida pues en ella crece flora autóctona en peligro de extinción... Ahora lo que antaño se veía de un verde más bien oscuro, se ve de un negro calcinado tirando a carbón. 1.925 hectareas, aproximadamente lo mismo que 1.925 campos de fútbol. No sé bien si es el humo el que me deja la boca seca, pero lo cierto es que no tengo palabras que me dejen expresar como me hace sentir este fuego que lejos de purificar destruye.
1.925 hectareas de un paisaje precioso destruidas por desamor. Alguien dice que el amor mueve montañas... y el desamor las quema. El desamor de un joven abandonado por su novia que con rabia decide quemar las cartas que el amor le hiciera escribir a su amada, el fuego, que purifica y destruye, como arma arrojadiza contra el recuerdo, para matar lo que queda de los restos de un naufragio de antemano sabido, pues el amor viene y va, y no siempre perdura en el tiempo. La rabia y el dolor le hicieron quemar sus cartas, acabar con todo resto del recuerdo de un amor que no pudo ser, destruir toda esperanza de volver a tiempos mejores, quemar los pedazos de su corazón dolorido y de paso, quemar su tristeza... En un acto totalmente romántico, al más puro estilo de siglos atrás... Este chico de 22 años y sus cartas me hace pensar en un personaje de las novelas del romanticismo, cuando las misivas eran habituales entre los amados pues la distancia, y a veces también la necesidad de hacer secreto su sentimiento, les llevaba a esta hermosa forma de comunicación que acababan destruyendo cuando el infortunio se posaba sobre su corazón. No pensaba en nada más que en el dolor cuando las quemaba... probablemente cegado por la rabia no pudo ver que las llamas rebrotaban en el contenedor donde los restos carbonizados fueron a parar, a pesar del pitillo que se fumó mientras se esfumaban con el humo los últimos vestigios de aquel amor... Pero el fuego es traidor, y cual ave phoénix resurge de sus cenizas cuando tiene alimento y resurge en busca de víctimas con las que alimentarse, y así deboró el contenedor, y después los matojos cercanos, resecos por la falta de riego, y de ahí la montaña, que aparecía como un delicioso manjar para unas llamas ávidas de destrucción...
Ahora el chico de 22 años está encarcelado, a la espera de juicio por delito medioambiental, las montañas están calcinadas, al igual que su corazón... ¿Y ella? ¿llorará por los árboles incendiados, acaso se sentirá culpable indirecta de la tragedia?...
Alguien me dijo que el amor mueve montañas... pero nunca las vi moverse... lástima descubrir que el desamor si las quema.
Besos y sed felices
2 comentarios:
También llegaron las noticias del incendio a Australia (pero haciendo trampas, salieron en la emisión del telediario de TVE1 que sale en una de nuestras cadenas). Pero no llegaron a dar tanto detalle de las causas.
Vale que el amor o el desamor haga que la gente cometa barrabasadas, pero no justifica el descuido de este desgraciado pirómano sin intenciones. Ya quedan pocos árboles en España, sobre todo en la zona mediterránea. Al paso que vamos no quedará ninguno fuera de los campos de cultivo, parques y jardines.
Un motivo más para ponerse triste.
Y dentro de poco ni esos, porque la última moda en la costa mediterránea es quitar campos de naranjos y otros cultivos, para poner "bonitos" campos de golf para pijos ricos europeos... O eso o construir desmesuradamente, que no sé que es peor...
Besos
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