miércoles, diciembre 27, 2006
Punto y... ¿aparte?
Hace unos meses, el dos de abril para ser exactos, los silencios interverbales se volvieron sonido. Empezó el programa de radio ligado a este blog.
Pero todo lo que empieza, acaba y este ciclo llega a su fin. El que les paraules no diuen tendrá hoy su último programa. Y lo que no dicen las palabras volverá a ser secreto... O parte del silencio.
Esta noche, los silencios interverbales se despedirán de las ondas. Al menos de momento. Tal vez con el tiempo vuelvan.
Sin embargo, seguirán dejando sus huecos y sus entrelíneas aquí. De momento aún hay secretos para escribir y silencios que merecen ser contados.
Un beso para todos los que habeis intentado escuchar lo que las palabras no dicen. Otro beso para los que lo habeis logrado.
Besos y sed felices
martes, diciembre 19, 2006
Ahora
Durante un momento, he pensado en tí. Sé que ahora miras en otra dirección. Ya no eres la niña que fuiste, el tiempo no pasa en balde. Ahora tienes tanto a tu favor. Tu mirada habla cuando no lo hace tu boca, y a menudo cuenta lo que tú callas. Tú voz, bien modulada, juega con los oídos de quien te escucha: coquetea y seduce.
Ahora estás mirando distinto y hacia nuevos horizontes. Conoces este lugar donde estás y sin embargo no te da miedo. Ya no. Tienes un punto de mira y la fuerza que necesitas para caminar hacia tu destino. Tu sonrisa, presente, valiente como tú misma, demuestra que vas a plantar cara a la vida. Una vez más. Y esta vez te sabes ganadora.
Hay un terremoto que está moviendo el suelo sobre el que pisas. Tus pasos, aún así, son seguros, pues podrías, incluso, caminar a tientas. Conoces demasiado bien este terreno y no importa lo que cambie, no importa si tiembla, no importa si se sume en la oscuridad porque ahora tú tienes el poder para vencer.
Las cosas parecen ir poniéndose en su sitio, a pesar del caos aparente. Todas las piezas que forman este caótico desorden de tu vida, por fin, tienen sentido. Sabes que has sembrado en tierra fértil, y que aún queda mucho más por sembrar... Y por recoger. Este es tú momento.
Vuelves un segundo la mirada hacia mis ojos. Miras con fuerza, con valentía y tu fiereza innata.
Hoy sé que no importan las batallas ni la dureza del contrincante. Hoy sé que nada puede parar la fuerza de un huracán. Esta vez nadie va a pararte. Esta vez los dados están trucados a tu favor. La suerte, no importa, porque tú te la has trabajado y has seducido hasta a la mala suerte. Hasta el mismísimo Lucifer está rendido hoy a tus pies, pues para ello has estado mil veces en el Reino del Hades y mil veces has vuelto cual Ave Phoenix, renovada, más fuerte y mucho mejor preparada. Has vencido y te has dejado vencer para acabar venciendo, pues es de ley perder alguna batalla si con ello se gana la guerra.
Hoy eres una guerrera temible y no es fácil plantarte cara. Mil batallas dejaron otras tantas cicatrices en tu piel. Las del alma, mejor no hablar de ellas. Dejaste el corazón en el camino y tantas otras cosas. Pero a cambio luces esa armadura infranqueable, ese brillo en los ojos, que quema, y el filo de tu sable bien afilado.
Hoy vienes dispuesta a seducir al mundo. Y el mundo hoy se rinde ante tu mirada...
Besos y sed felices
sábado, diciembre 09, 2006
A veces ocurre
"Tengo la extraña sensación de que ya nos conocemos, ¿tú no?, es extraño pero no dejo de repetírmelo…”
Vino de frente, me miró a los ojos desde esa mirada azul intenso y me volvió a preguntar “¿Seguro que no hemos hablado antes?” Negué con la cabeza y seguí mi camino, me giré un momento, le vi mirándome y no pude evitar parar mis pies, mi mirada clavada en la suya, me perdía en el mar revuelto de sus pupilas, era como un imán, necesitaba, me urgía, era preciso desandar mis pasos, llegarme hasta él de nuevo.
Aún no sé por qué lo hice, sólo sé que mis pies me llevaron hasta sus pies, que mi cuerpo se dejó abrazar por sus brazos, que mis labios se perdieron envueltos entre los suyos. Que ese momento duró una eternidad, que el mundo desapareció y de repente sólo estábamos los dos.
El beso duró lo que tarda una gota en caer de una rama, lo que el sol en recorrer el cielo, el mismo tiempo que existe entre el silencio y la palabra. Y entonces el azul intenso de su mirar se mezcló con el chocolate de mis ojos, su dedo se posó, como una mariposa, sobre mis labios, prohibiendo el paso a la palabra que ya no sería pronunciada, enmarañó mi pelo con su mano, retiró el sello de mi boca para abrazarme, como si temiera que fuera a salir huyendo, y volvió de nuevo a besarme, despacio, lentamente, con la dulzura de todos los besos que alguna vez me han dado, con el calor de todos los fuegos, con el sabor de todas las frutas y esa forma enternecedora de decir “Te amo” sin hacerlo y mi cuerpo temblando, sin comprender cual fue la causa de ese momento exacto en que sin saber ni por qué ni como todo había perdido sentido y todo lo había recobrado.
Me sugirió, abrazándome tiernamente, tomarnos un café y le seguí, no recordaba ya que tenía que hacer ni donde iba con tanta urgencia. Todo mi mundo en ese instante estaba justo enfrente de mí en esos ojos, en esa boca, en esas manos.
Pasamos toda la tarde hablando, y llegó la noche y aún seguíamos en aquel café, las manos entrelazadas, embelesados mirándonos, y el café frío, intacto en las tazas. Cerraron y fuimos a cenar algo, por no perder el compás de nuestros pasos, pero la cena corrió la misma suerte que el café, y quedó en los platos, olvidada.
El tiempo pasaba y no corría para nosotros, nuestra clepsidra se había parado justo en el primero de nuestros besos y jugábamos con su agua, haciendo dibujos en el aire, sueños en sus gotas, besos de minutos, minutos como caricias, y caricias parando el tiempo. Pero la noche no es eterna y el sol vino a buscarnos a la orilla de la playa, mientras seguíamos abrazados, dejando que el mar nos besara los pies, como lecho la arena y las estrellas nuestro manto.
Han pasado los años y cada vez que le miro sigo viendo el mar revuelto en sus ojos, y él sigue bebiendo el chocolate de los míos. Pueden pasar minutos y horas mientras nos miramos sin más que hacer que hablarnos sin hablarnos, y entonces una sonrisa lo dice todo y un beso sella el momento y otra vez el cielo parece quedarse a la altura del suelo.
Cada vez que recuerdo aquel primer día, aquel instante en que sin querer, queriendo acabe en sus brazos, sonrío al recordar, sobretodo aquel momento, el sol marcando el mediodía del día siguiente, en que fue necesario decirse “hasta luego” un hasta luego que duró un mundo, aunque sólo fueran unas horas. Ese momento en que al despedirse de mí, a la puerta de mi casa, me volvió a mirar y, cogiéndome las manos, me preguntó: “¿Cómo te llamas?”
Besos y sed felices
domingo, diciembre 03, 2006
What a difference a day makes
What a difference a day made
viernes, diciembre 01, 2006
Luces de colores
Ya encendieron las luces en las calles. Llega diciembre y su aire festivo, la nieve fingida en las ventanas, las sonrisas en los niños, las tiendas engalanadas, las calles vestidas como si fueran novias, con sus adornos, su iluminación.... y su nostalgia.
Hubo un tiempo en que al llegar estos días sonreía. Me volvía feliz, no importaba lo difícil que entonces fuera la vida. Mis ojos brillaban y notaba a mi corazoncito pegar saltos al ritmo de cascabeles. Mi boca se abría alucinada ante los escaparates iluminados, los juguetes, los autómatas que en algunos sitios había... Iba con mi abrigo y mi bufanda, correteando por las calles, me quedaba horas mirando los belenes, escribía largas cartas a los Reyes, siempre me cayó bien Gaspar, pelirrojo y simpático, aunque como a casi todos, me llamaba especialmente la atención Baltasar. Me sentaba en su regazo, en los grandes almacenes y los miraba con respeto y admiración. Me gustaban sus camellos, pero los prefería cuando venían con caballos, hermosos caballos de pura raza española, que bailaban al ritmo de la música en las cabalgatas.
En ese tiempo dulce, todo se volvía hermoso, y hasta el brillo de mis ojos se confundía con el de las estrellas. Eran hermosos los días, aunque no nevara y siempre esperara a que lo hiciera, aunque el árbol fuera de plástico y alambres, y no un hermoso y enorme abeto. Aunque no fueran las cosas como me hubiera gustado.
No sé cual fue el momento exacto en que todo se tornó gris oscuro. No sé si fue aquel primer año en que descubrí que los reyes no eran los que venían con regalos a mi casa, y que mi familia no era tal y como yo creía. No sé si fue el día que me negué a ser una falsa moneda y, a pesar de mis negativas, me obligaron a serlo. No sé si fue la primera vez que viendo a todos cantando, me sentí fuera de lugar... No lo sé, y ojalá lo supiera, tal vez entonces podría pedirle a los reyes que lo borraran de mi mente, y que en vez de volverse aciagos estos días, la luz de las calles volviera a brillar en mis ojos.
Besos y sed felices
lunes, noviembre 27, 2006
Escuchando a Laura
La luz del alba entra furtiva por las rendijas de la persiana y dibuja en las paredes haces de luz. Aroma a café recién hecho, sueños todavía recientes merodeando por la habitación y alguna estrella olvidada en el cielo añil.
No acaba de hacer frío y sin embargo me hielo por dentro, debe ser que ha nevado en alguna parte de mi memoria, aunque no sé bien donde.
Quiero que nunca te olvides tú de mí, aunque no encuentres palabras especiales que decirme. Y en mis recuerdos anidan esos sueños que pudieron ser. Tengo una lágrima pendiente de caer, pero no se decide. Debe ser el frío.
La sonrisa de una niña, que se cruza en mi camino, se refleja en mi cara y vuelo lejos donde el sol sigue siendo cálido. Días que se fueron a donde la vida puede ser ese regalo dulce. La ilusión perdida en días que en otros tiempos eran hermosos, ahora se volvieron tristes. Y las luces de colores iluminan el camino de los sueños, por donde vendrán de nuevo, tal vez vendrán de nuevo en trineos con cascabeles tintineantes, como las sonrisas dulces que guardo para mí, para alimentar con ellas el fuego que tal vez acabe con este frío.
Sueño con saber si existes o si esto son vuelos inútiles. Supongo que sólo es una invención de mi mente, y en la ventana el árbol que muestra sus adornos y me encojo en mi abrigo, el aire sopla un poco más fuerte, debe haber borrasca en algún rincón de mi alma.
En el mundo yo caminaré hasta sentir mis pies cansados que hacen daño, yo caminaré un poco más. Sin importar si el corazón duele como el sol inesperado.
El día cae, lenta, inexorablemente hasta la noche, y otra vez las estrellas lo llenan todo aunque desde estas calles iluminadas de sueños y alegría casi no se vean.
Cinco días sin tenerte, cuanto frío en esta vida, y a veces me pregunto como diablos lo hago para pasar frío en el infierno.
Hace un año sonreímos... hoy ni siquiera hablamos. Entraste y saliste de mi vida, y que pena no quedarse, cuando tuvimos la felicidad en nuestras manos.
Vuelven estos días de nuevo, no me gustan, debo haberlo dicho ya. Hace demasiado frío por aquí dentro, la casa está demasiado silenciosa, las sonrisas duelen y el alma llora porque el corazón la dejó hace años, en esta época del año. Fue por estas fechas que se derritió, a pesar del frío, o tal vez fue en verano pero a mi almita no le dio para darse cuenta hasta que no tuvo regalo de reyes.
Tengo un glaciar aquí dentro, me gustaría quedarme bajo el edredón hasta que todo pasara, pongamos febrero.
Y tú donde estarás corazón frágil que me escuchabas. Empiezan a pesar tantas piedras, empiezo a quedarme sin canciones para esos momentos. El nudo en mi garganta se hace eterno y el silencio donde hubo latidos me ensordece día a día. Que frío...
Nunca lloraré por ti. Ni por mí. O tal vez lo haga cuando la luna no mira. Quien sabe. Cada detalle es aire que me falta y es que se hace difícil hasta respirar. Hay demasiadas piedras, empiezan a ser demasiados los escombros de esta casa en ruinas que es mi vida. Y quedan pocos rincones donde guarecerse cuando llueve.
Acabamos al final de pie en una ventana para ver, espectadores melancólicos de felicidad improbable. Y los momentos se pasan a veces como nubes en un cielo azul y tan lejano que es imposible volar con ellas. Di que sí y podrás volar con mis alas.
Tú dime cuando, cuando, donde están tus ojos, donde está tu boca, quizá en África, no importa. Tú dime cuando, cuando, donde están tus manos, donde tu nariz, hace un día desesperado, estoy sedienta, tengo sed de ti...
Llegan estos momentos de melancolía exagerada, donde se me hiela el alma y el hueco del corazón, donde se hace el frío insoportable, y respirar es un suplicio, pero seguiré mi camino y los días darán paso a las noches y al final todo pasará, como siempre, todo pasará y volverán los días largos. Por el camino encontrarás un lugar en el cielo, oirás por el camino latir tu corazón... Es posible.
Besos y sed felices
viernes, noviembre 24, 2006
París
lunes, noviembre 20, 2006
Fin de año
En esa noche, es tradición, las más Fashion Women de la ciudad, sacan a lucir sus palmitos, no importa el frío ni la lluvia, ni la nieve (en donde cae). Sólo importa ser La Más en esas fiestas que suelen organizarse para tal evento. Fiestas que, todo sea dicho de paso, ya empiezan a ofertar los diversos locales y quien no se de prisa, quedará sin la correspondiente y necesaria entrada para El Cotillón, como suelen llamarse.
Este día, las damas, además de lucir un amplísimo escote por delante, por detrás, o en ambas partes, unos tirantes imposibles, dadas las temperaturas, y unas sandalias de tacones vertiginosos, seguramente plateadas o con lentejuelas, además de todo ello, lucirán esos imposibles Bolsos de Fiesta, que antes de que alguno empiece a llorar o estrujarse los sesos queriendo saber en que consiste semejante artilugio, ya explico que son esos minúsculos bolsitos, más pequeños que un monedero, en ocasiones hechos en metal u otro material rígido, con lentejuelas, pedrería, cristales Swarovsky o incluso piedras preciosas, donde no cabe casi nada, a saber: el maquillaje, las llaves (no del coche, por dios, que estas damas no conducen) los kleenex y el tabaco a duras penas, si es que fuman, que si son muy fashion, probablemente no lo hagan ya. El dinero, no es necesario, pues estos bolsos, además de fashion, son portadores de un mensaje machista, en el que dinero, llaves de coche, documentación, etc, le corresponde al hombre... ¿¿El móvil?? bueno, como son muy modernas ellas, suelen llevar uno de esos extra minúsculos aparatitos, y también les cabe...
Los vestidos para el evento suelen ser, además de bastante fríos, extra incómodos, con faldas estrechas y largas, o sin tirantes en ocasiones, escotes muy abiertos que a la mínima muestran lo que sus dueñas prefieren esconder y sobretodo fríos ¿ya lo dije? Porque mira que se pasa frío con ellos. ¿Abrigos? Por supuesto se llevan prendas de “abrigo” consistentes éstas en chales de tela finísima, eso sí, de diseño, o abrigos de telas ligeras y elegantes. Siempre están las que llevan alguno de piel pero como ahora está de moda ir en contra de las peleteras para evitar el exterminio abusivo de ciertos animalitos, últimamente se tiende a la peletería falsa, que además es mucho más práctica pues se limpia mejor. En precio puede que incluso sea más cara, si es de algún diseñador.
Ellos tienen la ventaja de quedar bien con un traje de chaqueta (por supuesto de lana virgen o cualquier otro tejido de invierno) e incluso en algunos casos llevan fracs o esmóquines. Queda elegante en los caballeros, si hace frío, una bufanda fina de lanita o franela y hasta incluso un buen abrigo si los rigores de la noche lo requieren.
Huelga decir que detesto esta noche especialmente. Creo que no hay un día en el año que odie con más ganas que el día de fin de año. Y sus correspondientes festejos. No sé si es la tendencia al desmadre que todo el mundo padece en esta noche. No sé si será el frío que se cuela por todas partes con tan poca prenda encima. No sé si los controles de alcoholemia que la benemérita siembra como si de champiñones se tratara, o la hipocresía, o lo complicado que resulta para una mujer independiente y libre como yo, llevar en esos malditos bolsitos el maquillaje, los cleenex, el dinero, la entrada, las llaves de casa, las del coche, el DNI, el carné de conducir, el móvil (que no es de los minúsculos y extraplanos) y, por si fuera poco, el tabaco, porque esto de las Navidades estresa hasta la saciedad.
O tal vez sea esa sensación de frío, y no el que mi desvalida piel siente, si no el que se instala por dentro, en las estancias desiertas de latidos y sentimientos, ese frío que se hace presente en esta maldita noche, ante los besos hipócritas de amigos y enemigos, ante las miradas soeces de aquellos que llevan algunas copas y otras substancias de más, ante el deseo, siempre presente de salir corriendo y, sobretodo, ante esa sensación extrema de vacío, de esa soledad desagradable, que ya se sabe que no todas las soledades son bienvenidas y a veces hasta en la fiesta más concurrida, se puede sentir en las entrañas que hasta el eco se va cuando una habla.
Debe ser por eso que prefiero una hamburguesa y unas patatas fritas, pasar frío en la playa, eso sí en buena compañía, sin oír apenas las campanadas. O unos frutos secos en lugar de uvas, una radio en lugar de una televisión, perdida en mitad de la nada, con un chupito de whisky para brindar y alguien capaz de quitar el frío con una sonrisa...
Este año creo que me escaparé a la montaña.
Besos y sed felices
Han vuelto
Se volvieron a colar sin previo aviso y me han asfixiado como siempre hacen. Han vuelto a insuflar su helado aliento en el hueco de mi corazón y otra vez este frío que me hiela desde dentro me hace no ver el sol.
Volvieron desde sus recónditos escondrijos, como comadrejas, alimañas desesperadas por pegar bocados a lo que encuentran, pues sin corazón que mordisquear, les basta con cualquier pieza podrida que encuentren en ese agujero, donde nunca brilla la luz.
Han vuelto y me han llenado la memoria con sus recuerdos, han traído besos que no entiendo y hasta caricias que no siento, como si esta piel de pronto fuera plástico.
Vuelven a mis sueños, hasta en mi boca se enredan nombrando con sus nombres a quien no corresponde.
Vuelven en estas fechas y me recuerdan mis miserias, tal vez se divierten así, quien sabe, pero vuelven y me revuelven por dentro y esta vez nisiquiera encuentro un abrazo que me haga entrar en calor, pues hasta el abrazo hallado es de ellos y me encoje el alma y parece agrandar el espacio negro que me invade...
Vuelven una y otra vez, meten sus dedos sarnosos en mis llagas, esparcen recuerdos como vidrios rotos bajo mis pies descalzos, me rompen hasta la voz, me llenan de vacío, y agrandan un poco más mi Nada, ese agujero negro que absorbe todo, y que acabará por absorberme hasta a mí misma.
Vuelven, les oigo gritar, reírse de noche, y en la noche se meten en mis sueños, me engañan, me envuelven con sus mentiras y luego me dejan desnuda en mitad del hielo de este desierto ártico donde una vez hubo calor, donde una vez se escuchó el latir acompasado de un corazón.
Han decidido volver, de nuevo, y otra vez en sus manos han traído como regalos cubiertos de veneno, esos momentos que un día me hicieron feliz. Los lanzan contra mí como si yo fuera la diana de sus flechas, disparan sin piedad, como el pelotón de fusilamiento, y yo, rendida, he caído una vez más, rota.
Tengo frío, y ellos han vuelto...
Besos y sed felices
miércoles, noviembre 15, 2006
Fragancia
Si cierro los ojos, puedo sentir que estás aquí. Siento los restos que tu aroma deja en mi piel, en mi cama, esparcidos en el aire... Tu perfume me envuelve y se convierte en mío cuando te fundes conmigo.
Aroma de mayo vienes de cerezas y frambuesas, pomelos y ciruelas, y te mezclas con mi diciembre de naranjas y manzanas, uvas y vainilla.
Olor de caoba y sándalo que acude desde tu piel se mezcla con las flores orientales que adornan la mía. Oleadas de agua salada, el mar en tu pecho resbala fundiéndose con mi savia.
Siento tu olor en mis sueños y despierto como animal hambriento buscando tan preciado alimento, la ambrosia que tus labios esconden, el placer de tu cuerpo. Enloquezco ante el perfume que me lleva a tus secretos y es que, por más que quiero no puedo escapar al deseo de envolverme en tu esencia, hacerme etérea para seducirte hasta el alma, con la fuerza salvaje de huracanes, revolviéndote hasta dejarte sin aliento, exhausto, perdido... y un sendero de mi néctar indicándote el camino hasta mis labios, tu destino.
Bocanadas de aire fresco llegan desde ti, invadiendo mis sentidos, y aún cerrando los ojos y escapando a tus latidos, la fragancia de tu piel llama a la mía y la conmina a dejarse hacer, como un bálsamo que cura, y al tiempo envenena, haciéndome olvidar quien soy para ser contigo corazón que late, cuerpo que respira y otra vez envuelta en la seda de tus manos, de tu aroma, de tus besos embriagados de pasión, caer rendida, sumisa a tus deseos que son los míos.
Dejo gotas de perfume como migas de pan que te guían despacito hasta encontrarme, sin más prenda que mi aroma de Ángel enajenándote, hechizándote con Magia Negra, atrapándote un instante sin más armas que las que enmarañan tus sentidos pues en esta cruzada, cuerpo a cuerpo, vale todo y todo está permitido, que eres mi contendiente y al tiempo mi captura, que soy tu presa y al tiempo tu oponente, quien gana pierde y viceversa y aunque parezca mentira nos deleitamos en esta contienda, combatientes de corazones heridos, de almas valientes.
Dame un segundo más del incienso de tu piel, déjame ser llama que lo haga arder, embriágate con el licor de mis labios y lícuate en mi ombligo hasta ser conmigo perfume de veranos cálidos y otoños sombríos, de inviernos fríos y primaveras exultantes, hagámonos del aire, envolvamos al mundo en nuestro aroma, esencia de nosotros mismos, que el mundo es nuestro cuando nos fundimos.
Me gusta cuando tu aroma embelesa mis sentidos.
Besos y sed felices.
sábado, noviembre 11, 2006
Stardust
Acaso la estrellita minúscula, esa que ni siquiera tiene nombre, sólo una hilera de letras y números para designarla, piensa en los ojos que ahora la miran y se queda en ellos, para volverse un poco mirada, un poco ternura, un poco el silencio que da paso a un beso...
342.879.561. Así se llamaba. Una hilera inmensa de números que alguien un día decidió colgarle como nombre. Pobre estrellita. Ella que quería ser algo más que un simple punto mirando desde allá arriba... Pero era demasiado pequeña, demasiado poca cosa. Ella no era una Estrella Polar, no. Ni siquiera era parte importante de alguna de esas constelaciones tan populares que los amantes, a veces, se regalaban... "Mira ¿ves ese grupo de estrellas que forman como una M? Eso es Casiopea. ¿Te gusta? Si pudiera te las bajaba todas para colgarlas de tu pelo".
342.879.561 le gustaba mirar a los viandantes de las grandes ciudades. Era como espiar pues su luz era tan poquita cosa, que con la contaminación lumínica, casi era imposible verla. Veía las parejitas, paseando abrazadas, susurrándose cosas al oído. Veía a las chicas guapas corretear entre transeuntes y coches, con sus zapatos de tacón alto, en busca de taxis cuando hacía frío. Los ejecutivos, siempre con sus trajes impecables, hablando a menudo por el móvil, y sin prestar atención a nada. Los barrenderos, unos cantándole a la luna, otros barriendo deprisa para acabar pronto...
Y los solitarios, los románticos solitarios que se dejaban el alma en cada suspiro, mientras paseaban lento, saboreando cada paso, a veces con un cigarro que fumaban con parsimonia, la mente abstraída y lanzando, a ratos, miradas al cielo. Parecía que la miraran a los ojos.
Le gustaban los solitarios, pues sabía que eran los pocos que realmente la miraban, aunque no la vieran siempre. La miraban con los ojos del alma, y con los de la cara. Brillaban sus ojos al reflejarse en su luz, y se tornaban más hermosos aún si cabe, perdiendo por un instante la frialdad de sus vidas desangeladas. Andaban en equilibrio entre la felicidad de las pequeñas cosas, y la soledad, que no siempre es bienvenida. Bailoteaban con la luna, cuando nadie les miraba, se confesaban a los astros, se enamoraban del mar y se dejaban engatusar por rayos de sol, gotas de lluvia y luces de neón.
Los solitarios hablaban con ella en las noches sin luna. Dejaban sus ciudades y se perdían en playas o montañas tranquilas, y la miraban fijamente a los ojos y le contaban en secreto sus anhelos.
A veces los solitarios se encontraban entre ellos y iban juntos a contarle secretos. Entonces se quedaban largo rato mirando su luz cálida y suave, hasta que ella se prendía de sus ojos, y entonces ocurría que se volvía mirada enamorada entre ellos, repartiendo ternura en sus manos, dulzura en sus voces, cálidas caricias y besos lentos, acompasados al ritmo de dos corazones perdidos un instante y encontrándose encontrados. Ella era el silencio en sus palabras, la calma sugerente de la noche, la caricia de él en la mejilla de ella. Los labios de ella apenas rozando los de él...
Y en ese momento en que hasta el tiempo se paraba por no molestar, ella se dejaba caer, como suave polvo de estrellas para impregnarse de su alma, la de ellos y volverse corazón...
Besos y sed Felices
sábado, noviembre 04, 2006
Caricias
viernes, noviembre 03, 2006
Noviembre
Hoy llueve. Llueve con aplausos, me dicen. Llueve sin parar, el cielo llora sobre el asfalto y desde mi cama escucho su llanto.
Llega Noviembre con lluvia y me trae en esta noche, nostalgia, frío y una extraña dulzura, todo en partes iguales. Ingredientes para un postre hecho con chocolate y delicias de besos, con mandarina y toques de caricias, con una pizca de pimienta negra y silencios, con canela en rama y dosis generosas de paciencia. A fuego lento cocino, y miro entretanto por la ventana de mis sueños, con esta lluvia de fondo, que me devuelve el perfume de la tierra mojada, de rosas que se abren a las gotas, que beben como bocas sedientas de besos, y caen en sus pétalos rojos de pasión, adornándolos con sus caricias como susurros sobre la piel.
Noviembre de noches largas y calles en tonos sepia, noviembre de luces de neón y alegres escaparates. Mi noviembre, dulce mes que aguarda, siempre aguarda, la llegada de diciembre. Mes noveno que es undécimo, lleno de soledades acompasadas con ternura, mes que casi acabas y te empiezas, hermosos días de otoño anoviembrados, de luces suaves color vainilla, como el aroma que va dejando tu recuerdo en mi buhardilla.
Noviembre que iluminas con lluvia de aguacero, mil colores brillantes cuando lloro contigo. Noviembre, no quiero olvidarte, mes de los solos encontrados, en el calendario, dos unos que suman dos sin dejar de ser uno.
Hoy, noviembre, te me haces presente, afuera llueve y aquí adentro veo un arcoiris reflejado en el sol de una mirada y las lágrimas de un corazón que clama por ser liberado.
Tengo noviembres hoy, mañana diciembres y en el ayer octubres olvidados. Llegará el nuevo año con enero desnudado, pero ahora, noviembre, dame un beso adiciembrado, o mejor, cálidamente agostado, que recuerde en mis labios primaveras mayosas. Traeme tu luz, tus sombras, tus quebrantos, noviembre dulce y lluvioso, frío de porcelana y timbre de cristal...
Besos y sed felices
jueves, noviembre 02, 2006
Dos Gardenias
En la cocina el puchero humeaba, perfumando el aire con ese inconfundible aroma de toda la vida...
Ella trajinando en los fogones, delantal cubriendo su camisa de seda, color marfil, abotonada con imitación de perlas, falda recta en color marengo hasta las rodillas, y zapatos de tacón. Melena, a la moda, suavemente ondeada, como las actrices del momento, recogida delicadamente en un lado con una pequeña peineta adornada con una mariposa plateada.
La comida acabada, y el entrando, como siempre algo tarde, traje de chaqueta en gris perla, sombrero de ala ancha, a juego, al más puro estilo Bogart, para tapar, coqueto, su escasez de pelo. La cámara, una Leica IIIf, último modelo, colgando de su preciosa correa de cuero marrón, en su cuello, el maletín con lo necesario en la mano, la corbata medio desanudada, la camisa blanca, algo manchada. Y esa sonrisa, esos ojos grandes siempre sonrientes, dulces al mirar a su amada.
Se casaron tarde. Rompieron las reglas escritas y las no escritas, cuando un día, él la rescató, cual Tenorio, ella ya casi convertida a monja, y le prometió que siempre sería feliz... Y desde entonces sólo se preocupó de cumplir su promesa. Se casaron mayores, nadie apostaba por ellos, ella con sus treinta y tres años, él treinta y cinco.
Con la mesa servida, ella atendía a sus gardenias, siempre hermosas, de blanco inmaculado. Este hombre y sus retrasos, la podían, y por no alterarse, regaba, limpiaba y hablaba a sus gardenias.
Él, sonrisa en boca, sombrero medio ladeado, se ajustaba la corbata, bien elegante, como a ella le gustaba, y se acercaba, por la espalda, le daba al viejo gramófono, y machín cantaba, Dos gardenias para ti, con ellas quiero decir te quiero, te adoro, mi vida. Y se quitaba la chaqueta ya bailoteando, hasta alcanzarla a ella, la agarraba de su hermosa cintura, mirando sonriente sus curvas, y la giraba hasta tenerla de cara, ella con el entrecejo fruncido, visiblemente contrariada, él alzándole el mentón, suave, besándole la mejilla, ella mirándole “Que voy a hacer contigo” y él otro beso en la otra mejilla, mientras seguían a machín… Dos gardenias para ti que tendrán todo el calor de un beso, de esos besos que te di, y que jamás te encontrarás en el calor de otro querer… y entonces sin que ella se diera cuenta, cortaba dos gardenias del arbusto y se las colocaba, enredadas entre sus mechones rizados, y ella rendida apoyaba la cabeza en su hombro. Él, dulce y tierno, le alzaba de nuevo el mentón “Sonríe Anita, que el sol vea lo guapa que eres y refulge de envidia” y ella sonreía, tan hermosa, que en verdad el astro rey le envidiaba. Entonces la besaba largo y dulce, y Machín enternecido coreaba su amor desde el gramófono.
Ya nada importaba, si la comida se había enfriado o la camisa estaba sucia. Y con esa sencillez con la que él lograba disipar las nubes, ella no podía jamás estar enfadada más de dos segundos.
Él desenfundaba de su cuero su magnífica leica y la miraba, “Anita, mírame como cuando me amas” y ella, que le amaba con locura, le miraba y quedaba prendida de la cámara y de sus ojos, los de él, que no podían esconder su adoración.
“No sé que haré contigo, Hipólito, no tienes remedio” y le ayudaba a quitarse el sombrero, todavía en su cabeza, él ya sin corbata y sin camisa “vas a coger una pulmonía” y Machín, a coro con él: Mira que eres linda, que preciosa eres…
Y la casa llena de risas, el sol sobre las gardenias, resplandeciendo, y ese amor, promesas cumplidas, llenándolo todo…
Besos y sed felices
lunes, octubre 30, 2006
Mar
Tengo el mar llenando huecos en mi corazón. Como él, a veces siento mareas embravecidas, capaces de arrasar aquello que encuentre. Como él, a veces soy playa tranquila, de olas suaves, de soles de atardeceres y lunas de plata que bañan con timidez sus redondeces en mi agua.
Siento el mar buscándome dentro, como si acaso mi alma fuera de sal, parece que no puedo estar lejos de su azul mirada, que me envuelve, de sus dulces abrazos, de esa calidez que siento cuando me moja los pies... Soy de mar y de rocas, de cielos azules y estrellas brillantes, soy un sol adormecido en calas de blanca arena...
Me acoge el mar entre sus olas, y me siento perder, mecer en la dulzura de su cuerpo-agua, y pienso que tal vez soy ola que choca contra rocas, que lame la playa cercana, que juega a ser pleamar o bajamar cuando la luna canta.
A veces pienso si acaso no seré sirena perdida en una tierra que no es la mía, tal vez hubo un día que salí de mi caracola de nácar buscando otros paraísos, y alguna estrella coqueta me engatusó para seguir su estela en la arena fina de una playa cualquiera.
A veces el mar se desborda por mis ojos y siento que le pertenezco, y es que en el fondo él tiene la llave de mi secreto más guardado. No sabría estar sin mi mar, arrullándome con su dulce voz, que me llena los oídos... Quisiera ser isla que durmiera mecida entre sus aguas, alga para poder bailar con sus nanas, pez que nadara en su seno maternal, barca que acariciara su piel, roca que aguantara sus envestidas, cielo para abrazarle, luna para mirarle, sol para calentarle, nube para lloverle, caracola para llevar su voz amarrada a mi alma...
Soy como el mar, soy mar, soy del mar. Y hay días en que, como si de tormentas se tratara, escucho truenos en mi cabeza, siento chocar mi alma contra mi corazón y mareas en movimiento que me confunden, oleadas de sal y azul turquesa, mis pies mojados y mi piel salada, mi pelo del color de las algas, ensortijado entre corales y espuma blanca, mi mirada bañada y perdida en sueños de nubes de algodón y estrellas fugaces, rayitos de luna haciendo estelas que sigo sin fijarme, paseando entre caminos de arena y nácar, perlas en mis manos, caballitos de mar para mis pensamientos, que se pierden entre estrellas de mar, haciendo burbujas mientras desaparecen...
Hoy voy a ser espuma suave que bañe esta playa tranquila... Mañana tal vez decida ser ola que choque contra las rocas...
Besos y sed felices
viernes, octubre 27, 2006
Besos
Tus labios tienen el tacto de la frambuesa, la dulzura de los arándanos y ese punto ácido de la grosella. Se pasean por mi piel como si les perteneciera, y dejan caricias como besos y besos que son caricias… Hasta llegar a mis labios y fundirse en un dulce abrazo.
Cuando me miras, tu boca prodiga sonrisas, a veces suplicantes, otras incógnita, y siempre con ese punto canalla, que sabes, me vuelve loca.
Te quedas mirando fijamente mi boca, mientras hablo o mientras te distraigo jugueteando con mi dedo, sin darte apenas cuenta, mordisqueas tu labio inferior, sonríes, y entonces me besas de improviso, envolviendo con tu boca mis labios, en un abrazo apasionado, lamiéndome despacio, haciéndome perder la consciencia y cayendo rendida a tus besos que me provocan, me envuelven, me transforman.
Cuando me besas, todo el universo queda prendido en tu boca, y un mar de lenguas entrechocan embravecidas, en el cielo de una noche larga, intensa y dulce, mientras me envuelves y muero en tus labios mil veces para resucitar otras tantas en tus besos, subiendo al mismo cielo para bajar después hasta el infierno, sin darme descanso pero dándome el aliento, dejándome perdida y al tiempo rescatándome…
Cuando me besas, traes para mí en tus besos el aire de otros lugares lejanos, el sabor de frutas que desconozco y caricias como soles de otros mundos.
Mientras duermo, vuelves de nuevo a pasear tus labios por mi cuerpo, y dejas estelas de besos, marcando el camino que recorres, para no perderte y volver de nuevo hasta mi boca, besando mis labios, con ternura y sin descanso, parece que pudieras estar eternamente besándome y al pensarlo, en silencio te ruego, no pares… bésame sin reparo.
Me gusta cuando tus labios abrazan a los míos…
Besos y sed felices
martes, octubre 24, 2006
Miradas
Me miras desde tus ojos, del color de las avellanas, mientras no me doy cuenta y pido el postre al camarero.
Al volver a mirarte, me descubro reflejada en tu mirada, mientras la posas sobre mis labios, y me besas sin besarme, dulce y pícaro al tiempo. No lo resisto y bajo un momento mi mirada, con la inocencia fingida de una adolescente. Entonces pasaeo mis ojos despacio, rozando con ellos tus manos, sin tocarte y a la distancia que esta mesa nos impone, y subo por ellas mientras imagino su caricia, de tus dedos a tu pecho, y escucho su latido... De tu pecho a tu boca, y escucho tus silencios... de tu boca, de nuevo, a tus ojos, para volver a mirarme en ellos. Y tu repites la jugada, me besas sin besarme, con un ligero parpadeo, con ese brillo que siempre veo en ellos cuando me miras, acariciándome ahora las mejillas, la comisura de mis labios, el pelo, tus manos quietas sobre el mantel, tus ojos, me envuelven en caricias sin tacto...
Han servido el postre. Distraída mordisqueo una fresa, rojo intenso entre mis dientes, y la beso despacio, y siento tus labios que son fresa ahora, y me miras suplicante, a cuarenta centímetros escasos de mi fresa y de mis labios, rogando clemencia y olvidando que otras miradas pueden posarse en las nuestras. Ahora eres tú el que no resiste, parpadeas, pero estás atrapado, hipnotizado en mi boca, que desde tus ojos mordisqueas hasta llegar a mi lengua, tu lengua se pasea distraida por tus labios, mientras tus ojos saborean la imagen de la fruta que despacio degusto, intencionadamente provocando con mis ojos a los tuyos, que ahora deslizas despacio, lamiendo con ellos mi cuello, mordisqueándome a miradas de deseo.
De tu boca salen ahora palabras, sobre el trabajo y otras banalidades, preguntando distraído como me fue el día, poniéndome ligeramente nerviosa con tu mirada que no dice lo que tu boca, que al final queda en silencio, pues son ahora tus ojos los que hablan, sugerentes, para lamerme una vez más desde mi boca hasta mi cuello, y bajar despacio con ellos por el surco entre mis pechos, desnudando mi cuerpo sin hacerlo, y me siento perdida entre tus ojos, que vuelven a abrazar a los míos, para seguir quitándome despacio la ropa, y tus labios siguen cerrados, sonriendo con picardía, las manos a penas a dos milímetros de las mías, sin rozarnos y un mundo de mesa, platos y copas separándonos, mientras sigues besándome, acariciándome, abrazandome desde tus ojos del color de las avellanas...
Me gusta cuando tu mirada hace el amor con la mía.
Besos y sed felices
domingo, octubre 22, 2006
Nena
Atardece... vestida de rojo, dos coletitas, pelo cobrizo y encaracolado, juega sin importarle que es domingo.... Sonrio y me pierdo en la memoria.
Tenía un peto rojo, con una A en amarillo y una E en verde. Me gustaba, no sé si por su color intenso, o simplemente porque era cómodo. Pero me gustaba.
Tenía mi locomotora de latón, con sus luces rojas, al encenderla, giraba sobre sí misma y hacía el sonido de una locomotora de vapor. A veces jugaba con ella y en la televisión hacían "La general". Sinceramente creo que nací gustándome el cine. Miraba a Buster con su triste sonrisa y su preciosa locomotora y pensaba que la mía era aquella que tan feliz hacía a Mr. Keaton.
Tenía un osito de peluche. Un día decidí cortarle su pelo azul, para que le creciera más.... Nunca le creció y a veces me preguntaba por qué no le crecía.
Jugaba con canicas en el pasillo... A veces pensaba que mis canicas eran pequeños mundos, con gente pequeñita dentro... Entonces andaba por el pasillo como mareada, yendo de una pared a la otra, mientras imaginaba que mi casa, mi calle y todo lo que conocía estaba dentro de una canica gigantesca, y alguien jugaba con ella...
Siempre estaba riéndome. A menudo me levantaba cantando, cantaba por todo, cuando era primavera, o cuando el día era soleado, me gustaba cantar. Me sigue gustando. A mi padre le gustaba mi risa, por eso jugaba a hacerme cosquillas. Yo me retorcía entre sus brazos, mientras me reía... Entonces mi padre paraba y me acariciaba la espalda. Me siguen gustando las caricias. Y que me hagan reír.
Tenía un caballito de juguete. Siempre iba con él en la mano. Mediría unos 20cm de largo, por unos 10cm de alto, en plástico macizo de color negro, en posición de trote. Cerraba los ojos y me veía galopando con él por playas unas veces, otras por grandes extensiones verdes. Soñaba a menudo con mi caballo negro. Sigo deseando un caballo. Pero ahora no sueño con galopar. Ahora a ratos galopo y siento que vuelo.
Recuerdo las mañanas de sábado en viveros, paseando por el parque, yendo a ver los patos, dando de comer a las palomas con el alpiste que vendía una señora, bolsitas de colores a 15 pesetas cada una. También las vendían en la Plaza de la Virgen, cuando paseábamos los domingos, yendo a la escuraeta o a la Plaza Redonda... Me gustaba aquella plaza circular, con sus mil puestos de cosas de segunda mano y sobretodo, con los puestos donde vendían animales. Tuve varias tortuguitas compradas allí y algunos peces de colores.
Algunos sábados íbamos al mercado central. Al principio no me gustaba demasiado, pero luego empecé a encontrarlo divertido. Los puestos de verduras con sus mil colores, el pescado, con aquellas langostas siempre vivas, y mi padre, siempre sabiendo donde comprar cada cosa.
Recuerdo la feria de Julio. Me gusta la feria. Iba con mis padres, me subía al tren de la bruja, a los aviones y en los coches de choque. Creo que ya me gustaba conducir entonces. Me quedaba embobada con las luces y me gustaba subir con mis padres a la noria y ver desde allí arriba la ciudad, tan hermosa mientras caía la tarde, con sus calles iluminadas, sus edificios, las Torres de Cuarte y las de Serrano, el cauce viejo del rio partiendo en dos la ciudad...
Y el circo. Siempre quise ser trapecista. Me veía volando de un columpio al otro, haciendo equlibrios colgada de una cuerda, girando sobre mi misma, dejándome caer para que otro me recogiera en plena caida. Me reía con los payasos hasta saltarme las lágrimas y me quedaba embobada con los tigres y los leones, aunque si habia caballos todo lo demás no me importaba. Y los magos. Recuerdo en una ocasión que un mago hizo desaparecer a una chica, me impresionó mucho porque quemó la caja donde la había metido, pero luego ella apareció por otro lado del escenario... Pero el truco que más me gustaba era el de las anillas que se enganchaban y desenganchaban, era tan hermoso y tan sencillo y al tiempo tan complejo...
Entonces todo era sencillo. Yo era feliz con mi peto rojo y mi locomotora, con mis coches de carreras y mis peluches, me reía casi con cualquier cosa y los días se sucedían sin más.
Recuerdo que tenía entonces cinco, tal vez seis años. El mundo era de caramelo y mi mayor problema residía en saber como colarse en un cuadro, al igual que lo hacían los protagonistas de Mary Poppin's. Quería volar como Campanilla y bailar como Paulova. Quería vivir como Felix Rodríguez de la Fuente o irme al frente a fotografiarlo. Disfrutaba lo mismo jugando con mis canicas que revelando fotos con mi padre. Tenía tantos sueños, tantas sonrisas...
Guardo mi nena como un tesoro, en una cajita. A ratos la dejo salir para que lo revuelva todo con sus risas, la veo corretear entre mis cosas, con su peto rojo, sus tirabuzones cobrizos y el osito entre sus brazos. Viene, me saca la lengua y luego vuelve a su cajita, dejando este perfume a caramelo y estas mariposas revoloteando...
Besos y sed felices
viernes, octubre 20, 2006
Archivo de vacíos
Tengo silencios hechos de palabras perdidas de tanto usarlas.
No tengo voz para mis silencios.
Tengo una lágrima que no sabe donde caer.
No tengo sonrisas.
Tengo sueños hermosos y dulces.
No tengo calma para soñar.
Tengo insomnio como venganza a mis deseos
No tengo deseos más allá del sueño.
Tengo días que se suceden.
No tengo el poder de detener el tiempo.
Tengo hermosos recuerdos guardados en mi cajita.
No tengo la llave para volver a ellos y quedarme.
Tengo una colección de estrellas, a cual más hermosa.
No tengo cielo para poder verlas brillar.
Tengo estrépito de mar chocando entre rocas.
No tengo el desierto en paz y su silencio.
Tengo un frío que viene de dentro.
No tengo veranos contra mi invierno.
Tengo un vacío cada vez más negro.
No tengo luz que brille dentro.
Tengo silencios entre palabras.
No tengo palabras para este silencio.
Besos y sed felices
lunes, octubre 16, 2006
La sencillez de la Vida
Hay nubes en este cielo de otoño. Ya no hace calor, incluso esta mañana sentí fresco. El sol deja pequeños rastros entre las nubes. Lula mira ensimismada el paisaje desde la ventana, mientras agradece los rayos del sol y ronronea mimosa.
En la calle las palomas sobrevuelan edificios y transeúntes. La gente camina, encerrados en sus propios mundos, y casi les oigo pensar: "Tengo que pasar a por el pan... He de recoger el envío, antes de que se me pase el plazo... mil euros, no no, mejor dos mil y así lo soluciono todo... Tengo el fax sobre la mesa, mañana le diré a Ana que no lo envíe, debemos cuadrar primero esas cifras..."
Y entre tanta gente la veo a ella: Pantalón rojo, a rayas blancas, una chaqueta fina, un pañuelo rojo pasión tapando su hermoso pelo negro. Arrastra un carrito con una nena de meses y la siguen dos gemelos, unos tres años de edad, ojos enormes y pelo negro como el azabache, vestidos iguales, polo de manga corta en rojo y pantalón de chándal en rayas de colores, con el fondo crema. Está distraída con el cajero, y yo paso a su lado sin fijarme mucho más, mientras kai busca el árbol perfecto. Ve una paloma y intenta cazarla, le encanta jugar con ellas... Y con todo, y al salir la paloma volando se queda desconsolado y me mira con sus ojos color miel, para girarse y seguir en busca de su árbol.
Llegamos al final de la calle y damos la vuelta, y la vuelvo a ver, ahora intentando avanzar unos metros mientras los gemelos demandan algo de beber. Ella saca una botella de fanta, de entre sus bolsas, y les da un sorbito a cada uno. La nena sigue dormida en su carrito, los nenes salen correteando, jugando entre ellos y me roban una sonrisa... Mis ojos se desvían del rojo de sus jerseys al rojo pasión del pañuelo de su madre, para acabar viéndome en sus ojos... Ella me mira una décima de segundo y en ese momento para mi eterno, me recuerda lo sencillo de la vida, mientras las palomas revolotean y los niños ríen. Su mirada calmada, sonriente, fuerte, parece hablarme: "Es sencillo, simplemente vive"... Dura justo un segundo, no me resisto y bajo la mirada...
Tengo tantas cosas en mi cabeza, tantas preguntas sin respuesta. Tanto miedo por sentirme andando en un territorio cambiante a cada paso. Y la respuesta es fácil, y tan compleja al tiempo. En el fondo no es tan difícil dejarse llevar, no es tan complicado ser feliz y sin embargo nos da miedo. Siento remolinos en mi interior y unas ganas enormes de salir volando, pero sé que no es ese el camino.
Desde mi atalaya, en este cabo de costa, con el mar rugiendo a 20 metros bajo de mi, y una caída en picado, miro el horizonte, hasta donde la vista se me pierde, confundida entre el malva del cielo y el azul prusia del mediterráneo, el aire fresco me corta los labios y remueve mi pelo. Siempre tengo la tentación de saltar pero no confío en mis alas imaginarias. Me relaja esta visión del mundo, desde donde todo parece de color azul. El sol se va y la noche llega, con sus estrellas cubriéndome, mientras haces de luz irrumpen en un mar, ahora negro, desde el faro que está justo a mi derecha. Desde la terraza cercana llegan las voces y las risas de los comensales, pero yo me pierdo en el susurro de las cigarras, en el arrullo de mi mar, en las estelas de los barcos que pasan... Si miro hacia el norte, casi puedo ver las luces de mi ciudad, y siento la proximidad de sus latidos. El faro hace su recorrido de nuevo y ilumina para mi un círculo de crestas blancas y azul marino. De pequeña soñaba, entre otras muchas cosas, con ser farera, farera de un faro en alguna pequeña isla de mi Mediterráneo querido. Soñaba tantas cosas de pequeña, algunas siguen siendo sueños, otras se hicieron realidad, aunque tal vez no como yo las imaginé... Me llega otra bocanada de aire de mar, mezclado con frituras, y al cerrar los ojos por un segundo, veo esos ojos mirándome desde otra parte... Que sencillo y que difícil, seguir la estela que dejan nuestros sueños, para hacer con nuestros pasos este recorrido... Dejo que la brisa me meza un segundo más, mientras mi piel se eriza, hace fresco ya, el otoño se hace presente. Vuelvo a mi coche y me dejo llevar por carreteras de asfalto que se vuelven como ríos que me llevan hasta otra realidad... No hay paz en mi cabeza, resuenan tus palabras y las mías, resuena sobre ellas el silencio. No temo el silencio, más temo a las palabras que limitan y ponen nombres, que atan o desatan, que prohíben, complican, lían y enredan... Temo, siempre temo al pensamiento, al bullicio incontrolado, al mismo miedo... Es todo tan sencillo como ver el mar chocar contra las rocas, como labios enredados abrazándose, simplemente besando, sencillez de un beso, de un abrazo, de las sonrisas, de miradas cómplices, del vaivén de este dejarse llevar... Las velas no las rompe el viento, cuando el barco sigue sus designios...
No hay caminos de baldosas amarillas, y sin embargo es mucho más sencillo que todo eso. "El camino se hace al andar" ¿pero cómo hay que andar?
"Simplemente pon un pie delante del otro, simplemente da un paso tras otro y cuando vayas a darte cuenta veras la senda que no has de volver a pisar". Tal vez sería más fácil descansar a la sombra de este manzano mientras las estaciones pasan, los días, los años... Eso es más complicado, porque no se puede asistir impasible al espectáculo de tu propia vida, cuando tu la protagonizas. "Sólo pon un pie delante del otro..."
Bien, supongo que esa es la respuesta que buscamos, a tus miedos. A los míos. Habrá que andar a pasos cortitos, muy despacito para no perder el equilibrio, pero sin dejar este camino que estamos andando... Y ser felices con la sencillez que la vida nos ofrece, sin más, como esa puesta de sol a la orilla del mar... Como tu sonrisa reflejada en la mía, como una lágrima resbalando en la mejilla, como el sabor de las fresas cuando ya no es temporada, como la hoja que flota en el lago, mecida por la brisa...
Besos y sed felices
miércoles, octubre 11, 2006
La Cita
Habíamos lidiado entre palabras, un duelo a puño y letra, a silencios de entrelíneas y a corazón abierto.
La necesidad se hizo evidente, y la invitación demasiado atractiva. Apenas dos días fueron suficientes para pactar una cita.
Y allí estábamos, un coche junto al otro, yo llegué algo más tarde, tú me esperabas impaciente, tal vez, por saber si lo que tanto habías imaginado correspondía a la realidad, si lo que los silencios te habían mostrado eran reflejo de tu universo.
te acercaste a mi, sonriendo, mirada pícara, curiosidad, y las ganas que ambos teníamos por vernos cara a cara, por lidiar nuestro duelo sin pantallas de por medio.
Dos besos suaves y nerviosos fueron el preámbulo de una cena divertida, interesante, sugerente, donde la comida italiana fue como una premonición de lo que la noche deparaba.
Fue complicado elegir los platos, tan absortos como estábamos en mirarnos y reconocernos, en reírnos y provocarnos, y los camareros, cómplices de nuestro juego, esperaban pacientes nuestras demandas.
Jugaste con lo que entre palabras habías descubierto, para coquetear con mi lado más tierno.
El deseo se apoderaba de tus labios, pero paciente esperaste justo el momento apropiado. Unas copas, unas canciones y esa irresistible necesidad de comernos a besos, lentamente, que este es nuestro momento.
La noche se nos hizo corta, las horas parecían volar tan rápido como nuestra ropa, mientras nos despojábamos de todo lo vivido, para mostrarnos por un momento, y dejarnos llevar en un abrazo, en ese instante regalado al deseo, mientras tus labios se enredaban con los míos, mientras mi piel se envolvía con la tuya, dos cuerpos enlazados, entre caricias y besos, ajenos al tiempo, al silencio y al universo… Perdidos en ese instante cedido a la pasión tanto tiempo soñada, tanto tiempo escondida en palabras escritas y juegos del verbo, ahora olvidados al hacerse carne, convertidos por fin en dos realidades…
La mañana nos sorprendió entre juegos y caricias, y entre besos maldijimos al reloj por no pararse. Que difícil separarse, cuando el deseo se hace cómplice del abrazo. Qué difícil dejar de besarse cuando los labios no quieren saciarse. Qué difícil, ahora que por fin nos decidimos, y que dulce imaginar ese nuevo encuentro….
Besos y sed felices
viernes, octubre 06, 2006
El reto
Se que vas a leer las palabras que escriba, por eso voy a escribir de nuevo en mis silencios.
Voy a demorarme en este preciso momento, para saborear cada uno de esos silencios que dejamos, para encontrar lo que se dice en un beso... Y disfrutarlo mientras callo y me dejo perder en tu mirada fija, clavada en la mía.
Y mientras callo vas a rozarme distraído la piel que te deje al descubierto. Lo sé, para encontrar la palabra que no pienso pronunciar. El silencio que voy a pausar, paladear, derramar sobre tu lengua una vez más.
Voy a bailar una vez más como un ángel caído en Nappoli, mientras me miras sorprendido sin sueño a pesar de no haber dormido, y otra vez te callas; que bien se nos da pasearnos entre espacios interverbales, con la mirada cómplice de quien adivina nuestro encuentro sin saberlo.
Voy a comerme lentamente este espacio entre silencio y palabra, voy a dejar que me encuentres desprevenida y sonreirte pícara justo de esa forma que no aguantas.
Te retaré para que mantengas mi mirada y te distraeré con juegos de manos para que no resistas la tentación de devorarme lentamente, muy lentamente...
Fingiré de nuevo mi sorpresa cuando me robes un beso ente verso y verso cantado sin perder la intención de volverte loco y retarte de nuevo a duelo.
Te esperaré una vez más al otro lado de la pantalla, para traerte a este lado del silencio, que no todo lo que se escribe se quedó en mis besos, que no todos tus besos los convertí en versos, por no comprometer mi silencio a tu universo, que ambos sabemos que este juego es nuestro, que en este duelo ambos vencemos y ambos... perdemos.
Besos y sed felices
lunes, octubre 02, 2006
Los silencios vuelven a conquistar las ondas
Os recuerdo la web:
http://www.radiopego.com
Teneis instrucciones en la página para conectaros con el windows media player. Por si no entendeis mucho el valenciano, os resumo: Una vez abierto el windows media player, desplegais con el secundario del ratón el menú. Elegis la opción de "archivo" y del menu que se despliega "abrir dirección URL" y se os abrirá una ventanita. Ahi escribis esto:
http://www.radiopego.com:8000/
Y le dais a aceptar.
El programa se llama "El que les paraules no diuen" y se emitirá entre las 10 y las 11 de la noche a partir del miércoles, todos los miércoles. Tranquilos los no valencianoparlantes. Aunque el programa tiene el nombre en valenciano y lo suelo comenzar en valenciano, tiene una gran parte en castellano.
Teneis un email: paraules@ono.com
En este email, podeis enviar si quereis relatos o poemas, o cualquier cosa que querais.
Besitos a todos, ah, y sed felices...
sábado, septiembre 30, 2006
Insomnio
Malditos seais sueños, por no poseerme eternamente en vuestro regazo, por no llevarme en vuestra barca, aunque al mismo Caronte el universo entero pagara, malditos seais por no salvarme de este infierno.
Malditos sueños que sólo os dejais ver fugaces, entre horas y sin concierto, escapando a mi mano cuando atraparos quiero, que salis huyendo por mi ventana, cuando os demando que os quedeis en mi cama, malditos, malditos por siempre seais.
Yo os maldigo sueños, a todos, por no rescatarme, por no venir esta noche y llevarme, por saber que mañana dejareis que vuelva a abrir los ojos mucho antes de lo que deseo, por no dejarme dormida por siempre, feliz, eterna, en silencio.
Malditos seais... Malditos
Besos y sed felices
miércoles, septiembre 27, 2006
Dulces sueños...
En el silencio de una noche estrellada y oculta tras la persiana de una habitación a oscuras, apenas iluminada con los rayos de luna que se cuelan ,apenas dejando adivinar entre sombras una estantería, el armario, un banquito con ropa...
Cierro los ojos y desaparece este mundo para mi, y al fondo de mis ojos veo los tuyos, mirándome desde el otro lado de mis sueños. Camino hacia ti, y el suelo se convierte en la arena fresca de una playa al alba, el sol saliendo de su refrescante baño en un mar que cambia de rojizo a naranja para volverse al fin de un azul intenso, con reflejos verdes, como tus ojos, que mezclan el ámbar, la miel y el musgo mientras me miran brillantes, expectantes, alegres...
Me he acercado despacio hasta ti, la brisa agitando mi pelo rojizo, rizos que revolotean alrededor de mi cara, mi mano acaricia tu cintura y sube acariciando suave tu piel, hasta recorrer el camino que une tu ombligo con tu cuello, llegando hasta tu nuca para acercar tus labios a los mios, y probar la sal de tu boca, tu sabor dulce, demorándome despacio en cada rincón que mi lengua encuentra, mientras mis labios bailan con los tuyos, sin prisa, disfrutando, saboreando tu beso tierno, dulce apasionado largo, casi eterno, mientras me abrazas, me estrechas contra ti, casi queriendo fusionar tu piel y la mía.
Caemos por fin entre besos y abrazos, sobre la arena, mientras el mar nos susurra canciones al oído, y tu recorres despacio los espacios de mi cuerpo, convirtiendo mi geografía en tu mundo, descubriendo montes y llanuras, desiertos y mares embravecidos, sin dejar ni un segundo de besarme y yo me embriago con cada uno de tus besos, con las caricias que traspasan mi piel hasta casi rozar con los dedos mi alma.
Por un momento paras, me miras a los ojos, y te pierdes en mi mirada, navegas buscando respuestas, haciendo preguntas, queriendo llegar hasta lo más profundo de mi, buceando entre mis sueños y mis temores y mientras me abrazas me susurras al oído, me haces desprenderme del miedo que tiene atrapados mis sentimientos más temibles y temidos. Y sonrío feliz de tenerte, de envolverte con mi cuerpo, de ser una contigo y el mar empieza a besarnos las puntas de nuestros pies y siento deseos de nadar mientras me abrazas, sabiendo que no me dejaras perderme entre el agua y los peces...
Y mientras me abrazas y nadamos, el mar juguetón me arrastra, me separa de tus brazos, forcejea contigo y al final me arranca de ti...
El sol ilumina a rayas mi habitación, ha vuelto el día y mis ojos se abren, y mis brazos te buscan, mis labios notan aún tu sabor enredado entre recuerdos borrosos y comprendo que tan sólo soñé contigo de nuevo...
Besos y sed felices
viernes, septiembre 22, 2006
Melancolía
Lo reconozco: Llevo días sintiendo melancolía... No es por nada en concreto, o tal vez es por todo. No lo sé. pero hace días que se me ha instalado esta insidiosa melancolía dentro.
Retrocedo con la mirada de mi memoria y me doy cuenta que cada año, al caer las hojas de los árboles, llega Melancolía, y se queda un tiempo haciéndome compañía, mientras los días se hacen más cortos, la lluvia regresa de sus vacaciones y las calles vuelven a oler a chimeneas encendidas...
Tampoco me desagrada la presencia de esta vieja conocida. Ambas compartimos secretos y recuerdos, y suele ser una buena aliada en los procesos creativos. Me devuelve del recuerdo momentos atesorados en mi memoria, incluso olores, sonidos, tactos, regresan de su escondite para volver por unos segundos a mí.
Melancolía impregna todo con un dulce aroma, que a ratos resulta empalagoso, me hace desear su abrazo y hasta sus besos, me acuna entre canciones que suenan a otoño, al frío que no tardará en llegar.
Melancolía abre mis armarios y cambia mi ropa, recorre la cocina y pone al fuego puchero, saca del baúl de los tesoros guardados, besos dulces, canciones románticas, miradas esquivas y perfumes de sándalo y almizcle.
Melancolía, tan dulce y tierna a veces, me tapa por las noches para que el frío no se me cuele, y susurra nanas a mis oídos. Me devuelve a la infancia y juega conmigo. Alimenta mis sueños más dulces y mis fantasías, retoma el tiempo, lo retuerce, lo alarga y lo acorta según le conviene y espera tranquila hasta el amanecer de mi creatividad recién nacida.
Melancolía me roba lágrimas y las convierte en diamantes, busca sonrisas perdidas en mis labios, cuando el sabor de las cerezas vuelve por un instante a mi boca, merodea entre los laberintos de mi mente y juega al escondite con mi alma.
Melancolía llega en septiembre, mientras el sol todavía calienta, y se va en Diciembre, cuando el frio reina. Deja regalos para mis sueños, y recuerdos para mi alma. Deja sabor de fresas y chocolate en mis labios, un acento dulce en mi voz, alguna esperancita en el hueco del corazón y sonrisas en mi memoria, y este aroma indescriptible...
Besos y sed felices
miércoles, septiembre 20, 2006
Tu Nombre.. Mi Nombre
Mi sangre, mi droga y rubí
Mi parte de vos, mi destino
Tu nombre me sabe a jazmín
Tu nombre no tiene palabras
Si está escrito en mi corazón
Y de pronto sale de cualquier lugar
No sabe más que hacerme sentir mal
Tu nombre tan inoportuno no sabe llamar
Y es así que trato de contarte todo ésto que siento
Es así que estoy adormecido en el mar de ilusión
Es así que todo vale todo y todo se termina
Todo se termina
Todo menos vos
Tu nombre me tiene perdido
Vagando en el mar de ilusión
Yo nunca me doy por vencido
Yo nunca me rindo... al menos por hoy
Y es así que trato de contarte todo ésto que siento
Y es así que estoy adormecido en el mar de ilusión
Es así que todo vale todo y todo se termina
Todo se termina
Todo menos vos
Y es así que trato de encontrarte por nuevos caminos
Es así que en tu nombre hago rimas para ser feliz
Es así que todo vale todo y todo se termina
Todo se termina
Todo menos vos
Todo se termina
Todo menos vos
Hubo un tiempo en que tu nombre fue el mío. Me enlazaba, hablaba de mi y me atrapaba entre sus letras. Era mi principio y mi final. Eran mis silencios y las palabras de mis silencios. Tu nombre era mi sueño, y mi primer pensamiento.
Hubo un tiempo en que creí en ti. Creí con fuerza y te sentí. Tu nombre me nombró y fui tú y aprendí a tenerte y a perderte, y luché hasta caer rendida por defenderte, a cada paso, en cada instante de mi vida.
domingo, septiembre 17, 2006
Solitude
El esperaba sin saber muy bien qué. Traje de chaqueta algo desastrado, una corbata roja como los labios con los que soñaba, gafas de concha con el puente remendado con esparadrapo, un calcetín si, el otro en su bolsillo por equivocación. Su maletín y la foto de aquella actriz que le hacía soñar, y el autobús por llegar como cada mañana, para llegar a la oficina, como cada día.
Ella vestía de rosa, como sus sueños, melena descuidada, gafas demasiado grandes y una timidez excesiva, mientras leía esa novela que contaba la historia que tanto le gustaría vivir.
Él se aburría en su oficina, casi sin aclararse con el teléfono, mientras cuñaba papeles y más papeles, y el día se iba convirtiendo en noche.
Ella limpiaba el suelo de un despacho vacío mientras leía una vez tras otra aquella historia rosa donde ella siempre acababa encontrándole a él y juntos vivían felices. Y su cabeza volaba una vez más a algún lugar donde su vida era justo como ella soñaba.
Él tenía una casa pequeña y vacía, practicaba tango con una muñeca, aspirando algún día a poder bailar con una mujer de verdad. La cama pequeña y vacía, desde las paredes sus actrices le guiñaban el ojo y con su telescopio pasaba las noches mirando las estrellas soñando que en alguna estuviera perdida la princesa de sus sueños más dulces.
Ella pasaba la noche acompañada con su telenovela, viviendo la vida a través de sus personajes, mientras en su cama le esperaban sus sueños, tan rosas como su ropa, tan hermosos como su sonrisa que tan poco se dejaba ver.
Él se miraba al espejo de su alma, ella al de su corazón y ambos perdidos en laberintos distintos sin encontrar la salida ni el camino para encontrarse, acompañados de la soledad de una ciudad repleta de gente como sueños, de fríos edificios tan solitarios como ellos, tan deseosos de poder acariciarse ventana con ventana, traspasar avenidas para poder abrazarse entre hormigón y antenas...
La esperanza perdida, nunca se sabe que te depara la vida y a veces quien no sueña con buscar un camino alternativo pero la suerte de la mala suerte no siempre deja paso a la alternativa...
Una tarde cualquiera, no importa si martes o sábado, la mala suerte se distrajo para ellos y por un momento se vieron. Él intentó hablarle sin éxito, ella quiso mirarle pero su mirada fue esquiva, y casi por casualidad sus manos se rozaron hasta abrazarse con tanta ternura que por un momento hasta las estrellas parecían mirarles. Un milagro de beso accidental cuando a él se le cayó el periódico y acabó en el cuello de ella, una mirada furtiva, espiándo la sonrisa esquiva y dulce... Y el mundo volvió otra vez para separarles entre un gentío aparecido de la nada, alejandoles de nuevo en laberintos de calles y ciudad, de noches de soledad indescriptible, la espereanza de nuevo perdida, maldiciendo a la suerte, mala con ellos, que les robaba de nuevo los sueños, después de habérselos dejado rozar.
El la buscó incansable por calles y tiendas, por debajo y por encima de las piedras, en las estrellas y hasta en el infierno.
Ella rompía hoja a hoja su novela rosa, mientras miraba cada cara, cada foto, cada autobús esperando verle sin éxito.
Solitude escrita en sus corazones, y en dos pisos contiguos, silenciados y tristes. Separados por un muro tan grande como sus miedos, tan grueso que era imposible saber que justo al otro lado estaba su mitad de corazón... Pero la mala suerte a veces de tan mala es buena, una explosión, casi la vida en ello y al despertar del susto verse, de nuevo, muros perdidos por siempre, solitude de dos corazones por fin unidos, el amor venciendo sin miedo, por una vez en el caos de ciudades frías llenas de soledad...
je t'aime.. Mois je t'aime aussi y en la unión la desavenencia de la soledad que aún luchaba por subsistir sin éxito cuando el amor es más fuerte y una nueva vida empieza, para dos mitades por fin unidas.
Se alejaron de sus tristezas y Solitude quedó en un rincón de sus miserias abandonadas por fin. Después de todo, a veces el amor se deja ver...
Besos y sed felices
viernes, septiembre 15, 2006
Tempo
Luz suave, perezosas las notas del contrabajo suenan lentas, acariciándome la piel, colándose por los recovecos de mi alma, enredándose entre mi pelo, elevándome hasta dejarme mecer en el suave eco de una voz de soprano, dulcemente evocadora, que se cuelga grácil, mientras canta, enredada en dos telones sobre un escenario tan negro como un abismo... Desde su atalaya, juguetea mientras canta, se deja arrullar, se balancea, y juega con su voz, con las telas, con el contrabajo que sigue descorchando melodías como botellas de vino tinto...
Mi alma se ha quedado jugando traviesa entre sus cuatro cuerdas, cuando el piano emerge desde su oscuro rincón, canturreando armónicos que acompañan voz y bajo, haciendo y deshaciendo melodías, rescatando hasta el corazón que no encuentro, para robarme lágrimas emocionadas, mientras su voz me perfora el sentimiento, y me hace olvidarme hasta de mí misma.
Me doy cuenta de pronto que he perdido mi cuerpo, ya no sé donde lo dejé, ocupada como estaba en enredarme entre cuerdas y notas, tan distraída revoloteando entre los faldones de las corcheas que ya no sé donde dejé el resto de mí.
Y el piano sigue cantando para el contrabajo, que ahora vuela mientras sus manos juegan en las alturas, y él se convierte en el trapecio de un músico acróbata que ahora no sabe si seguir hechizándome con su música o distraer mi mirada con sus juegos, y mis ojos le siguen, se quedan en equilibrio con él y se pierden entre tanto arte, dejándome otra vez desvalida, y la voz que vuelve a resonar, me llama poderosa, dulce, seductora, para que baile mi alma una vez más, para volver a rescatar mi corazón de su encierro. Yo quisiera oponerme pero es inútil, todo mi ser se ha revelado contra mi, para jugar en el escenario entre músicos y música, cuerdas y trapecistas, risas y cantos, ya no encuentro el camino de vuelta, pero no importa, me gusta este lugar...
Besos y sed felices